Hace unos días, los rusos se despidieron del verano con un concierto de gala como cierre del X Festival Internacional de Tango en Moscú, denominado “Noche milonguera”, en el que participaron bailarines profesionales llegados de Argentina.
Durante el evento musical, realizado en la capital del país eslavo del 22 al 27 de agosto pasados, los artistas argentinos interpretaron la danza con gran maestría y cariño. Algo lógico, pues, no hay que olvidar que el tango fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO en 2009.
Pero para que este baile sea reconocido por la organización internacional, cada argentino en cualquier parte del mundo se preocupó por aportar un granito de arena al reconocimiento del mismo, sintiéndose orgulloso de lo suyo, difundiéndolo de una u otra manera ya sea cantándolo ya sea bailándolo o ya sea simplemente alabándolo.
De esta manera, la nación argentina muestra, al igual que las de otros países latinoamericanos, sin rechazar otras tendencias y estilos de baile, cómo se debe defender una cultura y conservar tradiciones; cómo una persona debe identificarse en cualquier parte del mundo como verdadero ciudadano de su país.
Los rusos no solo deben aprender a bailar tango, deben captar también la idea en que consiste el aprendizaje del mismo y que los argentinos se esfuerzan por hacer muy bien al mostrarlo y comentarlo.
Deben aprender de ellos para así, además de defender y conservar su cultura y tradiciones, acabar con el estereotipo negativo que los medios occidentales se encargaron de crear en los tiempos de antagonismo entre la desaparecida Unión Soviética y Estados Unidos.
En 2008 el gobierno ruso llevó a cabo una empresa denominada “Las Jornadas de Rusia en América Latina”, la primera en su historia de tal envergadura, en el marco de la cual una numerosa delegación, encabezada por el ahora máximo jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, visitó siete países latinoamericanos, incluida Argentina.
Durante la visita a estos países, fueron organizados varios eventos de carácter cultural, con el objetivo de mostrar al gran auditorio latinoamericano la riqueza de la historia milenaria rusa y mostrar la Rusia contemporánea; su desarrollo cultural, político, científico y económico.
Las presentaciones que ofreció el coro del monasterio del Encuentro del Señor de Moscú en el marco de las “Jornadas de Rusia en América Latina”, produjeron en el público latinoamericano gran furor, deleite musical y dejaron en sus memorias esas veladas relajantes que antes no habían experimentado.
Cada ruso representa su país en cualquier parte del mundo e independientemente de la situación en que éste se encuentre, debe valorar también lo suyo y transmitir lo bueno que Rusia tiene para así enriquecer y enriquecerse en ese proceso de transculturación.
