Las elecciones y el futuro incierto de México

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Vicky Peláez - Sputnik Mundo
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Cuando todo indicaba en México que el candidato presidencial por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto se estaba proyectando como el favorito en las elecciones del próximo primero de julio debido a una agresiva campaña mediática de la Televisa y la TV Azteca, irrumpió sorpresivamente en el escenario político mexicano un grupo desconocido de jóvenes universitarios que no aceptaba el futuro diseñado por la elite gobernante nacional.

Aquí repetimos todas las frases oficiales, que nacen muertas de los labios de los jefes. El pueblo no ha hablado todavía (Elena Garro 1920-1998)

Cuando todo indicaba en México que el candidato presidencial por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto se estaba proyectando como el favorito en las elecciones del próximo primero de julio debido a una agresiva campaña mediática de la Televisa y la TV Azteca, irrumpió sorpresivamente en el escenario político mexicano un grupo desconocido de jóvenes universitarios que no aceptaba el futuro diseñado por la elite gobernante nacional.

Todo comenzó el pasado 11 de mayo cuando algunos estudiantes de uno de los centros de estudios privados más prestigiosos del país, la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México, repudiaron a Enrique Peña durante su presentación en el campo universitario. Después del incidente 131 alumnos lanzaron en la red virtual un video declarándose ser ciudadanos ordinarios y no títeres de ningún partido político.

Esta iniciativa se expandió rápidamente en el Internet, que tiene ya unos 40 millones de usuarios nacionales, dando origen al movimiento “#YoSoy132” que no cuenta con dirigentes consolidados, sino con la audacia y el atrevimiento de la juventud.

Como es de suponer esto ha levantado la alarma de los ricos y poderosos porque el 40 por ciento de los 80 millones registrados votantes son jóvenes menores de 30 años y su voto puede alterar completamente los resultados de la contienda electoral pronosticados por la multimedia corporativa nacional. Hace poco este movimiento proyectó en un muro Televisa Chapultepec imágenes, bajo el lema: “¿quién nos oculta la verdad?” y recordaron la masacre nunca aclarada del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, el “halconazo” de 1971, el fraude electoral de 1988 y también mostraron como se inició “#Yo Soy 132”.

 En este muro se leyó que “Televisa no decide por ti. Tú eres más grande que ellos. Y más importante. Apaga la tele y prende la verdad”.

Las denuncias de este movimiento sobre el abierto apoyo mediático de los hacedores de la opinión al candidato del PRI Enrique Peña Nieto, afectaría indudablemente su avance al poder y al mismo tiempo podría dar una ventaja electoral al candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, el segundo de los tres más sólidos postulantes a la presidencia. La tercera candidata, Josefina Vásquez Mota representando al Partido de Acción Nacional (PAN), que está en el poder desde el año 2000, ya está mostrando un desgaste y por el momento tiene pocos chances electorales. Pero quién sabe, a veces hay sorpresas y también fraudes.

Es curioso anotar que los tres recibieron el visto bueno del vicepresidente norteamericano Joe Biden durante su visita de inspección a México en marzo de este año. Allí se supo que tanto Josefina Vásquez como Enrique Peña iban a seguir la política económica neoliberal del actual presidente Felipe Calderón igual como continuar la avalada por los Estados Unidos militarización de la “Guerra Contra la Droga”.

Los 52 millones de pobres que representan un 48 por ciento de toda la población, de los cuales 11,7 millones viven en la extrema pobreza, es una de las consecuencias del neoliberalismo, igual como los ocho millones de jóvenes que no trabajan ni estudian, en el país que ocupa el puesto 14 entre las más grandes economías del mundo y es miembro del Grupo 20 (G-20) y en el cual solamente un cuarto de los estudiantes secundarios logran a graduarse. También es un país, de acuerdo a la revista Forbes, donde residen 11 billonarios incluyendo a Carlos Slim considerado el hombre más rico del mundo disponiendo de 69 mil millones de dólares.

A la vez, según el Índice de la Paz Global (IPG) 2012, elaborado por el Instituto Británico para la Economía y la Paz, México y Colombia son los dos países más violentos de América Latina. Como informa la revista norteamericana Counterpunch (31 de mayo, 2012), “la Guerra Contra la Droga” se traduce en unos 60.000 muertos, unos 20.000 desaparecidos y cerca de 250.000 mexicanos desplazados. El Buró de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado norteamericano señaló en su informe de 2011 que “las fuerzas de seguridad participaron también en asesinatos ilegales, desapariciones forzosas y casos de abuso físico y tortura”.

En el sexenio del presidente Felipe Calderón, 55 periodistas fueron asesinados y de acuerdo al Comité de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), 71 mujeres periodistas fueron violentadas de diferentes formas tan sólo de enero de 2010 a diciembre de 2011, 16 casos son registrados en lo que va de 2012, incluyendo el asesinato de la corresponsal de la revista Proceso, Regina Martínez Pérez. La aparición la semana pasada de 14 cadáveres desmembrados en una camioneta en una carretera del municipio de Tuxpan en el estado de Veracruz es uno de los habituales estragos de la violencia en el país.

Precisamente con este estado de violencia tendrá que lidiar el próximo presidente mexicano. Si el programa político y socioeconómico tanto de Enrique Peña Nieto (PRI) y de Josefina Vásquez Mota(PAN) están orientados a la continuidad del rumbo trazado por el actual presidente Felipe Calderón introduciendo ciertas ligeras modificaciones, el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que representa el Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) habla de la posibilidad de un rumbo alternativo para México con ciertas matices nacional populistas mezcladas con el romanticismo de la “renovación moral”, visión y anhelos de progreso, pero todo esto dentro de los parámetros del sistema capitalista existente sin alterar sus estructuras.

López Obrador en 2012 ya no es el AMLO que era en vísperas de las elecciones de 20006, las que perdió por un margen de 0.56 por ciento de los votos, considerado por la mayoría de los observadores como un fraude electoral. Actualmente es un político más moderado y su programa no se centra en los pobres y en un nacionalismo populista, como su plan de gobierno anterior, sino es más pragmático tanto en el aspecto interno como externo. Quiere llevar a México a una nueva era de desarrollo, prosperidad y convivencia a base de la “austeridad republicana” que consiste en el combate a la corrupción mediante la reducción de la alta burocracia de Estado, sus exagerados sueldos y del gasto corriente en las entidades federativas. Según AMLO, estos ajustes podrían liberar suficientes recursos de orden de unos 300 mil millones de pesos para generar un crecimiento económico del PIB alrededor de un seis por ciento y crear un millón de empleos cada año.

Prometió no despedir a ningún trabajador ni disminuir los salarios de todos los servidores públicos, sino como él dijo, de los altos mandos de burocracia que “además de percibir 600,000 pesos mensuales se dan la gran vida a costa del erario”. Aseguró también que habrá cambio en la estrategia de la seguridad nacional poniendo fin a la militarización de la lucha contra el narcotráfico, pues los seis años de la “Guerra” anunciada contra los carteles de la droga no hicieron disminuir el consumo de narcóticos tanto en los Estados Unidos como en México. En una de sus intervenciones proclamó que “no necesitamos más el armamento y helicópteros militares de Norteamérica sino un crédito barato”. Dijo también “Hugs, not Bullets” (“Abrazos, no Balazos”)- una ilusión difícil de poner en marcha.

El cordón político y económico de México está amarrado fuertemente a los Estados Unidos que persigue sin tregua su agenda de “integración profunda” del país de los aztecas en la América del Norte del futuro, junto con Canadá a través del Tratado de Libre Comercio (NAFTA), Plan Mérida y ahora utilizando el Trans Pacific Partnership (TPP), una iniciativa estratégica norteamericana de “integración más sólida” donde ya participan Chile, Perú, Australia, Nueva Zelandia, Singapur, Brunéi y Malasia. Ya tiene dos bases militares en México, administra la Academia de las Encinas y los agentes de la CIA, del FBI, la DEA, la DIA y quien sabe cuántas más de las 14 más que existen hacen allí su trabajo sin ningún problema. ,

Tomando todo esto en cuenta sería difícil para cualquier futuro presidente mexicano, con todas las más sinceras intenciones que tenga, enrumbar el país hacia el “preponderante sitio que ha tenido desde los tiempos milenarios”, inclusive designando como futuros secretarios de Estado, como lo hizo AMLO, a los 20 más ilustres hombres y mujeres mexicanos, como Elena Poniatowska, Juan Ramón de la Fuente o María Luisa Albores. Los representantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), los “zapatistas”, que todavía existen en Chiapas, ya declararon por el medio de su “comandante Marcos” que el PRD de AMLO es lo mismo que el PRI y el PAN.

Entonces habría que ver lo que dirán y exigirán los que representan el futuro de México – sus jóvenes y su movimiento “#Yo SOY132” al que ya se están adhiriendo sus parientes bajo la consigna: “No están solos, estamos con Ustedes”.

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