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El ‘caso’ del bloguero de Carelia acentúa línea divisoria entre Iglesia y liberales en Rusia

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El ‘caso’ de Maxim Yefímov, defensor de derechos humanos y bloguero de la república de Carelia cuyas críticas contra la Iglesia Ortodoxa Rusa le valieron la apertura de un expediente penal por instigación de discordia social, así como la amenaza de internamiento para un examen psiquiátrico, acentuó en los últimos días la línea divisoria entre los adeptos de la Iglesia y los sectores anticlericales.

El ‘caso’ de Maxim Yefímov, defensor de derechos humanos y bloguero de la república de Carelia cuyas críticas contra la Iglesia Ortodoxa Rusa le valieron la apertura de un expediente penal por instigación de discordia social, así como la amenaza de internamiento para un examen psiquiátrico, acentuó en los últimos días la línea divisoria entre los adeptos de la Iglesia y los sectores anticlericales.

Abogados de Yefímov anunciaron hoy la decisión de recurrir la resolución de un tribunal local que, a petición de jueces instructores, ordenó la semana pasada internar al articulista para practicarle un segundo examen psiquiátrico.

“Hay todos los motivos para recurrir la resolución del internamiento. Tengo 10 días de plazo para presentar una queja ante el Tribunal Supremo de Carelia”, dijo Olga Ribálova, la abogada de Yefímov.

Un alto funcionario del Comité de investigaciones de Carelia, Dmitri Vaskó, recordó por su parte que en el primer examen psiquiátrico, realizado en condiciones ambulatorias, los expertos no pudieron llegar a una conclusión y aconsejaron repetir la evaluación en un hospital, trámite que podría prolongarse por hasta tres meses.

En abril pasado, Yefímov publicó en la web del Grupo Juvenil pro Derechos Humanos un artículo titulado “Carelia está harta de sacerdotes”, en el que  constató el incremento de los ánimos anticlericales en esta república del norte de Rusia.

Entre otras razones, el articulista atribuyó esta tendencia a la construcción de catedrales con fondos presupuestarios, así como el traspaso a la Iglesia de locales que anteriormente pertenecieron a las de por sí escasas guarderías infantiles. Todo ello, en una república que subsiste gracias a las subvenciones del Centro federal. El bloguero denunció la prepotencia del clero moderno, al que calificó de “chusma ortodoxa”, y señaló que en los muros de una ex guardería convertida en centro religioso ya aparecieron las pintadas como “Paga y reza” o “Cristo está muerto”.

El Comité de investigaciones sostiene que algunas frases del artículo, tal y como confirmó un peritaje lingüístico, ofenden los sentimientos religiosos.

El arcipreste Vsevolod Chaplin, jefe del Departamento sinodal para las relaciones entre la IOR y la sociedad, apoyó la decisión de internar a Yefímov en un centro psiquiátrico para realizar el peritaje recomendado y “establecer la verdad con el máximo rigor”.

El abogado Pável Chíkov, presidente de la ONG AGORA, afirmó entretanto que tal internamiento bajo un pretexto forzoso supone “una violación de derechos humanos”. “Me temo que estamos en presencia de la llamada psiquiatría punitiva”, dijo.

El Defensor del Pueblo ruso Vladímir Lukín rehusó comentar el caso al reconocer que necesita una petición del propio Yefímov o de sus abogados para intervenir.

Perseguida o marginada durante el período soviético, la Iglesia Ortodoxa Rusa resurgió con fuerza en el vacío ideológico resultante de la caída de la URSS, en 1991, y tuvo desde entonces un amplio protagonismo en la vida social y política de Rusia aunque la Constitución en vigor consagra el laicismo y la separación de la Iglesia del Estado.

En los últimos meses, la Iglesia sufrió varios ataques profanadores. Así, las integrantes del grupo punk femenino “Pussy Riot” celebraron en febrero pasado “una oración punk” interpretando una canción de contenido obsceno junto al altar principal de la Catedral de Cristo el Salvador en Moscú. En las semanas siguientes, un vándalo agredió con una navaja un crucifijo en una iglesia de la ciudad de Nevinnomissk, y otro más cortó a hachazos una treintena de iconos en la localidad de Veliki Ustiug.

Decenas de miles de personas siguieron en abril pasado el llamamiento de jerarcas ortodoxos y participaron en una jornada de oración organizada en Moscú para defender a la Iglesia contra lo que sus superiores calificaron como ataque orquestado por parte de las fuerzas que procuran erosionar su autoridad.

También la Iglesia Ortodoxa se vio salpicada por una serie de escándalos y se expuso a críticas por parte de blogueros y la prensa opositora por “los lujos” que se dan sus altos jerarcas.

 

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