Nuevo presidente de Osetia del Sur decidido a sacar adelante a su país

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Leonid Tibílov se adjudicó una victoria convincente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Osetia del Sur, celebradas el domingo pasado, con un 54% de votos. Esta vez nadie pone en duda la legitimidad de los comicios. David Sanakóyev, el rival de Tibílov, obtuvo el 42% de los sufragios, un resultado muy serio también, y reconoció su derrota.

Leonid Tibílov se adjudicó una  victoria convincente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Osetia del Sur, celebradas el domingo pasado, con un  54% de votos. Esta vez nadie pone en duda la legitimidad de los comicios. David Sanakóyev, el rival de Tibílov, obtuvo el 42% de los sufragios, un resultado muy serio también, y reconoció su derrota.

A propósito, Tibílov ya ha invitado a Sanakóyev a colaborar en su equipo, que tendrá que hacer frente a retos muy complicados. La capital suroseta, Tsjinvali, quedó destruida tras la ofensiva de las tropas georgianas del 8 de agosto de 2008. “Al menos 900 vecinos de la ciudad carecen de viviendas normales, alrededor de mil personas no tienen dónde vivir en otras localidades de la república”, dice tras visitar recientemente Osetia del Sur Alexander Brod, director de la Oficina de Moscú para Derechos Humanos (OMDH).  “Hay ciertos logros, como el restablecimiento del pueblo de Moskovski, que deja una impresión favorable, pero teniendo en cuenta los miles de millones invertidos por Rusia en el restablecimiento de Osetia del Sur, los resultados son muy flojos por ahora”.

La ineficacia  de estas inversiones aflige a los propios surosetas. Precisamente a eso se debió el voto de protesta a favor de la líder opositora y excandidata a la presidencia Ala Dzhióyeva en otoño de 2011. La vieron como una alternativa al círculo del entonces presidente Eduard Kokoiti.

Tibílov tampoco estaba entre aquéllos. Al llegar Kokoiti al poder en 2002, Tibílov fue depuesto de todos los cargos importantes. Había ocupado puestos realmente serios: en los 90 fue el jefe del Comité de Seguridad Estatal (KGB) suroseta, luego fue una figura clave del Ejército encargado de garantizar la paz y el orden en la frontera entre Georgia y Osetia del Sur, no reconocida por Tbilisi (capital de Georgia).

Por eso muchos de los que habían emitido sus sufragios por Dzhióyeva en 2011 votaron por Tibílov.  En las nuevas presidenciales el 25 de marzo pasado, así como en su segunda vuelta.

Osetia del Sur es toda una sorpresa, pues no encaja en los estereotipos existentes en la mente tanto rusa como extranjera. Los medios occidentales hacen hincapié en que Tibílov es el exmiembro de la KGB de la URSS, pero luego explican que  no se puede calificarle como a un candidato promovido por Moscú, ya que la población suroseta le asocia con la renovación y no con un regreso a la época de Kokoiti.

Moscú, entre tanto, tendrá que hacerse a la idea de que Osetia del Sur es ahora un Estado independiente de todos, aunque sí es verdad que los surosetas están muy agradecidos a Rusia por la liberación de la “reintegración” en la Georgia de Mijaíl Saakashvili, en la que dudosamente habrían tenido un futuro seguro (las atrocidades de la guerra de 2008  convencieron de ello incluso a algunos de los partidarios de Saakashvili).

Pero la población de la República es muy reacia a la corrupción y no se conformará con ningún “gestor eficiente” a gusto de Moscú. Lo manifestó tanto la derrota de los sucesores de Kokoiti, como la del candidato apoyado abiertamente por Moscú en la segunda vuelta de los comicios de 2011, Anatoli Bibílov.

En realidad, la fuerte ola de votos de protesta de los surosetas se debe no solo a los últimos trágicos acontecimientos. Aun en el periodo de 1990 a  1991, cuando la URSS se venía abajo, los osetas y abjasios que habían vivido en la República Soviética de Georgia quedaron contra su voluntad dentro de la Georgia independiente, encabezada por el presidente Zviad Gamsajurdia. Moscú, al tener otras prioridades, no se interesó entonces por su destino.

Los surosetas se dan cuenta de que no pueden prescindir de la ayuda de Rusia, ya que a diferencia de Abjasia, carecen de sus propios recursos económicos, valores inmobiliarios de gran valor en zonas turísticas o de comunidades nacionales de mucha influencia fuera de Rusia.

El restablecimiento de la república es posible solo en condiciones de compromiso con Moscú y a condición de que la posibilidad de una nueva guerra con Georgia quede excluida. Mientras Saakashvili esté al poder en Georgia, cualquier diálogo entre Rusia y Georgia es imposible, pero también lo es una nueva guerra, ya que la población georgiana y los observadores extranjeros no le perdonarían a Saakashvili una nueva derrota.

Se ha establecido una situación de “ni guerra ni paz”, que es muy cómoda para políticos, pero es insoportable para los refugiados y la gente que se encuentra en la zona del conflicto.

Para que cambie esta situación, hacen falta cambios serios en la conciencia de muchos políticos fuera de la República de Osetia del Sur: tanto en Moscú, como en Tbilisi y en Occidente.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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