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La fuerza “combativa” del mono capuchino depende de los ejemplares más temerosos

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La “capacidad de combate” de una manada de monos capuchinos que invade un territorio “enemigo” no depende del número de animales agresivos, sino de los temerosos que no atacan a adversarios incluso si su propio grupo es más numeroso, según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

La “capacidad de combate” de una manada de monos capuchinos que invade un territorio “enemigo” no depende del número de animales agresivos, sino de los temerosos que no atacan a adversarios incluso si su propio grupo es más numeroso, según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Al igual que muchos otro primates, los monos capuchinos de la especie Cebus capucinus, conocidos también como maiceros cariblancos, viven en grandes comunidades que controlan una zona determinada de la selva y reaccionan con agresión contra cualquier intruso.

Por lo general, cuanto más numerosa es la comunidad, mayor territorio controla. No obstante, en algunos casos grupos pequeños dominan grandes zonas de la selva y viceversa.

Los biólogos Margaret Crofoot, del Instituto Smithsonian de Estudios Tropicales en Panamá, y Ian Gilby, de la Universidad de Princeton, presumieron que los monos temerosos muestran actitudes diferentes defendiendo su territorio e invadiendo los ajenos.

Para comprobar su hipótesis, los investigadores llevaron a cabo un experimento con cuatro grupos de capuchinos de isla de Barro Colorado, en el centro de Panamá, reproduciendo en altavoces una grabación de alaridos de guerra de monos que habitan otra zona del país.

La prueba reveló que los capuchinos estaban más dispuestos a pelear hasta el final si los altavoces estaban colocados en pleno corazón de su territorio y se mostraban un 683% más propensos a “desertar” si el “enemigo” estaba en zonas periféricas.

En otras palabras, los animales “cobardes” se negaban a defender las periferias unas siete veces más a menudo que el centro de sus dominios, incluso en aquellos casos donde su grupo aventajaba con creces en número al grupo contrario.

Los resultados del estudio refutan la hipótesis extendida de que los primates se niegan a pelear por el alto riesgo de resultar heridos, ya que, siguiendo esta lógica, los animales temerosos deberían armarse de valor al comprobar que su grupo es más numeroso, que el enemigo, algo que no ocurre.

Según Crofoot y Gilby, los monos en realidad se guían por una lógica bien distinta, que consiste en que no quieren gastar fuerzas en situaciones donde el resultado de la “batalla” apenas depende de su participación. Además, en caso de algunos de los animales la “cobardía” está motivada por el hecho de que residen en el extremo opuesto del territorio.

Debido a este fenómeno, grandes grupos de monos capuchinos son incapaces de invadir territorios pequeños de sus vecinos poco numerosos, puesto que lo impide tanto una incidencia alta de “desertores” entre los agresores, como una gran cohesión de los defensores a la hora de proteger el corazón de sus dominios.

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