La industria naval rusa capitula ante el Ministerio de Defensa

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Los últimos contratos en el marco del Programa de pedidos estatales a las empresas del complejo militar en general están acordados.

Los últimos contratos en el marco del Programa de pedidos estatales a las empresas del complejo militar en general están acordados.

La Corporación de Construcciónes Navales accedió, aunque de mala gana, a construir tres submarinos atómicos a precios antiguos. Sin embargo, se le ha dado a entender que podría contar en el futuro con perspectivas prometedoras.

Encargando de tres en tres

La Corporación de Construcciones Navales (conocida como OSK por sus siglas en ruso) y el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa acordaron el presupuesto para la construcción de los submarinos atómicos de los proyectos 885 Yasen y 955 Borey en el marco de los programas nacionales de renovación de armamento, según informaron a RIA Novosti fuentes del Ministerio de Industria y Comercio.

El acuerdo es fruto del trabajo de una comisión interministerial creada en agosto de 2011 y presidida por el Viceprimer Ministro, Igor Sechin, al que se había encargado solucionar los problemas surgidos entre OSK y las autoridades militares.

Este año, OSK había empezado a someter a intensas pruebas tres submarinos de estos proyectos ya construidos: dos submarinos estratégicos con capacidad de portar misiles del proyecto 955 (el “Yuri Dolgoruky” y el “Alexander Nevski”) y un submarino insignia multifuncional del proyecto 885 (el “Severodvinsk”).

En los próximos días se cerrará el contrato para la construcción de otros tres submarinos de los mismos proyectos. Por lo que se sabe, estaríamos hablando del submarino multifuncional Kazán y dos submarinos estratégicos más: el “Vladimir Monómaco” así como otro del proyecto 955U que todavía no tiene nombre (según algunas informaciones podría ser bautizado como el “San Nicolás”). El coste total de estos proyectos alcanzaría los 100.000 millones de rublos (3.330 millones de dólares).

Librando guerras por las tarifas

El contrato para los nuevos submarinos atómicos ha sido objeto de una auténtica guerra de meses entre OSK y el Ministerio de Defensa. Y el conflicto parece haberse cerrado con una victoria táctica de este último.

La razón de tan encendidas disputas estriba en los largos plazos de construcción de los buques de guerra. La fuerte inflación estructural hace dispararse los costes de todas las industrias nacionales y también los costes de la producción de armamentos. Como resultado, cada nueva entrega se ha de hacer a unos precios que están muy por encima de los de los anteriores encargos.

Es por ello que los nuevos submarinos que se empiecen a construir ahora desde cero habrán de costar muchísimo más que los que se llevaban construyendo lentamente desde los años 90. Es fácil hacerse una idea: la construcción del “Severodvinsk” se inició en 1993, el “Yuri Dolgoruki “en 1996 y el “Alexander Nevski” en 2004. Y evidentemente los precios del metal, de la energía eléctrica y de la mano de obra no son los de entonces.

Además, en la construcción de aquellos submarinos la empresa Sevmashpredpriatie, situada en la ciudad de Severodvinsk, utilizó muchos elementos a su disposición de los antiguos modelos soviéticos que fueron abandonados por la anulación de los contratos para la construcción de submarinos atómicos de los proyectos 971 y 949A.

Todos estos factores redujeron considerablemente los costes de producción. Incluso en estas condiciones el Ministerio de Defensa no veía con buenos ojos ningún intento de aumentar el presupuesto. Hasta se llegó a congelar el precio para el momento de entrega a nivel del año 2006 (cerca de 47.000 millones de rublos o 1.560 millones de dólares). El “Yuri Dolgoruki” y el “Alexander Nevski”, según algunas estimaciones costaron todavía menos, cerca de 23.000 millones de rublos (767 millones de dólares) cada.

Las tarifas temporales se seguirán aplicando

Más o menos las mismas tarifas se aplicarán al segundo trío de submarinos atómicos de nueva generación, con un ligero ajuste en la esfera de investigación y pruebas.

Este hecho podría considerarse una victoria del Ministerio de Defensa. Recordemos que la OSK a principios del año presentó sus presupuestos para la construcción de los tres nuevos submarinos y protestó de una manera bastante brusca contra los intentos de los militares de reducir los costes en un tercio, como mínimo.

A principios del otoño la guerra entró en una fase aguda: el presidente de la OSK, Román Trotsenko, dio a los periódicos varias entrevistas en las que explicaba que la empresa no podía aceptar cumplir con los encargos del Ministerio de Defensa bajo condiciones por éste formuladas. Dadas las circunstancias, la Corporación se proponía dedicarse a contratos con clientes civiles.

Todo parece indicar que, a pesar de todo, se ha llegado a una especie de fórmula de compromiso: la OSK aceptará para la construcción de los tres submarinos las tarifas vigentes en estos momentos, pero en el futuro el mecanismo de formación de precios sufrirá serios cambios.

De cara al futuro

La OSK consiguió que el Ministerio de Defensa reconociera el derecho de la Corporación de seleccionar a los co-ejecutores de los futuros contratos con los militares, asumiendo a cambio el control completo de la ejecución de los encargos.

Explicando la implacable postura de la empresa, Roma Trotsenko señaló en las entrevistas que el problema no sólo consiste en que el Departamento de encargos del Ministerio de Defensa de buscar con terquedad la reducción de cualquier presupuesto presentado en un 20-30%, sino también una confusión con la selección de los co-ejecutores del pedido.

Ocurre que, al tratarse de los contratos en la esfera de defensa, las autoridades militares suelen imponer una lista de empresas subcontratadas que han de realizar trabajos en el submarino. Según las estimaciones de Trotsenko, del monto total a la OSK le toca entre el 30 y el 35%, correspondiendo el resto a los co-ejecutores. La OSK no tenía ninguna posibilidad de regular los precios en esta cadena, dado que las empresas subcontratadas se le solían imponer. Al mismo tiempo, se ejercía un estricto control del valor final del contrato, lo que a menudo reducía a la nada su rentabilidad y eliminaba cualquier motivación de la empresa de construcción, ya que ésta sólo se enfrentaba a gastos.

En adelante la OSK se dedicará a seleccionar a los co-ejecutores, equilibrando toda la estructura de formación de precio y asumiendo la responsabilidad ante el Ministerio de Defensa.

“Si todo sale bien, los contratos firmados en el futuro permitirán a la OSK mantener el factor de rentabilidad en su cooperación con el Ministerio de Defensa que, por su parte, recibirá el más completo desglose del precio del producto”, cita el periódico Kommersant fuentes de la comisión interministerial.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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