Tres mujeres compartirán el Premio Nobel de la Paz en 2011

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En los últimos años el Comité Nobel frecuentemente incluye en las listas de pretendientes a representantes del Tercer Mundo.

En los últimos años el Comité Nobel frecuentemente incluye en las listas de pretendientes a representantes del Tercer Mundo.

El otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2011 a defensoras de derechos humanos de Liberia y Yemen corroborará esta tendencia.

Aunque las actividades de la mayoría de este tipo de nominados no están relacionados con la preservación de la paz, contibuyen a afianzar la estabilidad interna, necesaria para mantener la paz y la tranquilidad en unas regiones tan potencialmente explosivas, como los son el Oriente Próximo y el Africa del Norte, aseguran los expertos.

Este año el Premio Nobel de la Paz fue concedido a tres mujeres: a la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Serleaf, a la activista del movimiento femenino liberiano  por la paz Leymah Gbowee y a la activista yemení de la lucha por los derechos de la mujer, Tawakkul Karman.

 Según precisó el Comité Nobel del Parlamento noruego, el prestigioso premio les fue otorgado “por la lucha no violenta por la seguridad y el derecho de las mujeres a participar plenamente en la construcción de la paz”.

“Creo que es un acto muy significativo: empieza a establecerse una especie de equilibrio entre los Premios Nobel hombres y mujeres. Es que la desproporción era tan grande que la comunidad de los premiados estaba compuesta casi exclusivamente por hombres”, señaló en su entrevista a RIA Novosti María Arbátova, conocida feminista rusa y escritora.

La ceremonia de la entrega del galardón y del premio equivalente a 1.000.000 de euros se celebrará en Oslo el próximo 10 de diciembre, fecha del fallecimiento del fundador del Premio, Alfred Nobel.

El premio más politizado

“El Premio Nobel de la Paz es el más politizado de todos los Premios Nobel y últimamente se intenta incluir en las listas de los pretendientes a los representantes de los países del tercer mundo y a demostrar que no se les pasa por alto, que se les conoce y que se recuerda su lucha”, explica el Director del Instituto de evaluaciones estratégicas, Aleksandr Konoválov.

María Arbátova cree sumamente importante el hecho de que, concediendo el premio a las defensoras de los derechos de la mujer de Liberia y Yemen, el Comité Nobel llame la atención de la comunidad internacional a los problemas del tercer mundo.

“No es ningún secreto que en los países africanos los índices de la violencia de género están por las nubes, por lo tanto la concesión de este Premio es una especie de mensaje correcto dirigido al tercer mundo por nosotros, gente con conciencia euro-centrista que preferimos no oír ni enterarnos de sus problemas”, señaló.

En los últimos años la atención del Comité Nobel del Parlamento noruego se ha desplazado de los líderes políticos y representantes de los círculos sociales hacia los activistas del tercer mundo. Los premios son entregados con frecuencia a personas que se dedican más a la solución de asuntos sociales internos que a problemas internacionales.

Ello se debe, en primer lugar, a la situación explosiva que se vive en una serie de países del tercer mundo, explica Aleksandr Konoválov.

“En Europa nadie está desatando guerras, nadie quiere guerras en Europa. Pero el Oriente Próximo o el Norte de Africa sí que son focos de situaciones explosivas, por lo tanto, hay que intentar hacer previsiones. Dichos procesos dependen en gran medida de la situación geopolítica en los países en cuestión”, opina el experto.

¿Habrá perdido el Premio Nobel el prestigio de antaño?

En los últimos años los principios de la toma de decisiones por el Comité Nobel a la hora de redactar listas de pretendientes para el prestigioso galardón y de elegir a los ganadores han sufrido modificaciones, señaló Elena Bonner, esposa del Académico Andrei Sájarov, Premio Nobel de 1975, en su entrevista a la cadena británica BBC. En su opinión, desde que a su marido se le concedió el Premio Nobel, el prestigio del Premio fue disminuyendo.

“El Premio Nobel de la Paz y su prestigio ético ha cambiado enormemente en estos años. A Andrei Sájarov el galardón se le concedió hace 35 años. Y la actitud hacia el Premio era respetuosa, diría que en todo el mundo. Sin embargo, en los años desde entonces transcurridos la actitud cambió dramáticamente”, insistió.

Según Bonner, el Premio acabó definitivamente desacreditado, después de haberlo concedido el Comité Nobel en 1994 al presidente de Israel, Shimon Peres, al primer ministro de Israel, Isaac Rabin, y al líder de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat por sus esfuerzos en la lucha por la paz en el Oriente Próximo.

“Ahora se premia con dinero y se compran laureados. Después de haber recibido el premio tales personalidades como Yasir Arafat, que no es más que un terrorista, es como si el Comité Nobel hubiera premiado al terrorismo. Se acabó, ya sólo queda vacío, ¿cómo se puede sentir respeto por este Premio?”, se pregunta Elena Bonner.

La concesión del Premio Nobel de la Paz a Yasir Arafat se debía, en opinión de Aleksandr Konoválov, al deseo de la comunidad internacional de conseguir paz en el Oriente Próximo. “Era una entrega por anticipado, no había motivo alguno además de las ganas de estimular de alguna manera el proceso de paz en la región”, precisó. Y ello no deja de demostrar que el Premio Nobel de la Paz es un galardón concedido de acuerdo con los intereses de la política mundial de cada momento.

La intriga principal

Bastante antes de que fueran anunciados los nombres de los ganadores del Premio Nobel de la Paz de 2011, los periódicos de todo el mundo empezaron a hacer suposiciones sobre los posibles candidatos. Y, aunque los laureados, cuyos nombres se hicieron públicos el viernes pasado en Oslo figuraban entre los favoritos, la intriga principal consistía en la posible concesión del Premio a los activistas que se dedicaron a organizar por Internet las recientes revoluciones árabes.

Así, el Director del Instituto Noruego de Investigación para la Paz, Kristian Berg Harpviken, declaró que los miembros del Comité Nobel no habían podido pasar por alto la oleada de protestas masivas que se produjo en el Oriente Próximo y en el Norte de Africa que acabaron en el derrocamiento de los regímenes existentes. Una de las favoritas de Harpviken era activista egipcia Israa Abdel Fattah, fundadora del “Movimiento juvenil del 6 de abril” que desempeñó un papel importante en las protestas de 2011 y en el derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak.

Dicha posibilidad era la más discutida por la prensa mundial. Sin embargo, el Secretario General del Consejo de Europa y Presidente del Comité Nobel, Thorbjoern Jagland, echó leña al fuego de la intriga, manifestando en varias entrevistas que la prensa mira en dirección equivocada y soltando la indirecta de que el prestigioso Premio se podría quedar en la Unión Europea.

En la entrevista concedida al diario noruego VG Jagland dijo que “el ganador de este año está relacionado con lo que durante toda mi vida ha sido importante para mí”. Los observadores señalan que Jagland es partidario ferviente de una Europa unida y recuerdan que 1990 publicó el libro “Mi sueño europeo”, en el cual formuló la idea de la unidad europea.

En la lista de pretendientes al Premio figuraban también los nombres de representantes de Rusia. Durante varios años ya se citan como posibles candidatos al premio al Centro de defensa de los derechos humanos “Memorial” y a la defensora de los derechos humanos, Svetlana Gannushkina.

 LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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