La miseria en los tugurios gitanos son bombas de tiempo en la sociedad búlgara

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La oleada de manifestaciones contra gitanos que abarcó en los últimos días las ciudades búlgaras empieza a apaciguarse, pero el conflicto no está resuelto. Los gitanos temen salir de sus ghettos.

La oleada de manifestaciones contra gitanos que abarcó en los últimos días las ciudades búlgaras empieza a apaciguarse, pero el conflicto no está resuelto. Los gitanos temen salir de sus ghettos. Los búlgaros los acusan de ser delincuentes y parásitos sociales, culpando también a los políticos de aprovechar a los gitanos para obtener más votos en las elecciones fijadas para el próximo 23 de octubre. El corresponsal de RIA Novosti  visitó los barrios búlgaros y gitanos de la capital, Sofía, para entender la causa del conflicto.

Una  Sofía gitana, ignorada por turistas

El barrio gitano de Sofía más grande se llama “Facultad”. Cualquiera puede visitarlo, pero nadie puede sentirse a salvo aquí. Tanto más que es difícil encontrar allí a un policía. Barrios gitanos de este tipo, ghettos, están dispersados por todo el país.

“Facultad” no es una zona turística, tampoco son muchos los periodistas que han logrado penetrar en este barrio. El corresponsal de RIA Novosti tuvo suerte: le mostró la zona el propio líder del partido político Euroroma, Tsvetelín Kınçev, o “Don Tse-Tsé”, como le llaman los vecinos de la comunidad.

La diferencia entre este barrio y las demás zonas de la ciudad son evidentes: la carretera es un camino de fango y agujeros, la basura está por todos lados, en las barracas de dos plantas viven, como tres en un zapato, de 6 a 8 familias, formada cada una  por 7-14 personas. Los que no tienen sitio  en la barraca, tienen que construir “viviendas” de cartón o madera contrachapada. Según Don Tse-Tsé, en estas condiciones vive alrededor de un 80% de los gitanos.

La casa de un gitano local, Dimirt, es una pequeña chabola, 4x4. Aquí viven: él mismo, su esposa, sus cuatro hijos, y los padres de Dimitr. La casa cuenta con un pequeño tv, satélite, pero carece de agua y electricidad.

“El agua y la luz la cortaron hace unos meses por falta de pago. Pero, ¿dónde podemos sacar el dinero? No tenemos trabajo, el Estado no nos ayuda” – se queja el cabeza de la familia.

Nadie en esta familia tiene un trabajo fijo. El gitano comenta que a veces tiene suerte de trabajar en construcción, pero no más de tres meses al año. Los demás meses no tiene nada que hacer, mira la tele, cuando hay electricidad, claro está. Lo mismo pasa en las familias de los vecinos. En las que tengan unos diez hijos, la situación es más complicada aún.La mayoría de los habitantes del campamento carece de trabajo fijo. Las niñas dan a luz por primera vez a la edad de 12-14 años. A los veinte años casi cada gitana es madre de dos o más niños. Éstos nunca asisten a las guarderías. A la escuela primaria asiste uno de cada dos niños, pero como regla, no estudian más que tres años.

Como comenta una de las vecinas del barrio, aunque la formación es gratuita, hay que pagar por bolígrafos, cuadernos y manuales, y no les basta dinero para ello. Son muy pocos los que ingresen en las Universidades. La principal fuente de ingresos de familias gitanas son las prestaciones sociales. Según las leyes búlgaras, se paga por cada niño 35 levas al mes (17 euros).

Otra posibilidad de cobrar algún que otro leva al día, es recoger papel para reciclaje. Pero a raíz de la crisis financiera del 2008, los nativos de Sofía de pocos medios también compiten con los gitanos en este “negocio”.  La verdad es que el dinero cobrado de esta manera basta sólo para comprarse pan, por eso son muchos  los que no desdeñan los alimentos arrojados a la basura por los vecinos búlgaros.

Los búlgaros tienen motivos para sentir antipatía hacia los gitanos: hasta un 20% de todos los crímenes son cometidos por éstos, mientras que representan sólo un 11-13 por ciento de la población. En realidad, es difícil citar una cifra exacta en lo que al porcentaje de los gitanos en el país se refiere, ya que muchos gitanos no tienen pasaportes y están migrando todo el tiempo. Según los datos del Consejo de Europa sobre el periodo del 2009 al 2010, de los siete millones de habitantes de Bulgaria 750 mil son gitanos.

La frontera gitano-búlgara: las acusaciones de los nativos

A pesar de su miseria, los gitanos búlgaros se consideran aquí parásitos sociales que se aprovechan de todos los privilegios que les pueda otorgar el Estado. Es una opinión de los vecinos de Sofía con los cuales logró hablar el corresponsal de RIA Novosti. La causa de este odio nació mucho antes de la tragedia acontecida en la localidad de Katunitsa, cuando un gitano atropelló al joven búlgaro en su autobús.  Antes ya hubo colisiones entre los representantes de las dos comunidades, pero nunca han tenido una repercusión tan considerable.

“Esta vez la situación ha alcanzado el llamado punto de ebullición. ¿Cuánto más se puede soportarlo? Las autoridades deben entender que no se puede seguir pasando por alto el problema. Hay que resolverlo de alguna manera” – dice uno de los participantes búlgaros de las manifestaciones de protesta en el centro de Sofía, Iván.

Los nativos culpan a los gitanos búlgaros de robos, venta clandestina de alcohol, organización de prostitución, y de la venta de drogas. Una de las causas de igual  importancia de no querer vivir a su lado es que los gitanos no quieren integrarse al modelo de la sociedad actual. Una de las nativas de Sofía, Vitka, expresa su indignación: “para ellos es más fácil hacer niños, y después vivir gracias a las prestaciones. Mi marido trabaja y paga los impuestos, y yo también trabajo y pago los impuestos, pero ellos no pagan nada, sólo reciben. Es más: además de los gitanos que viven aquí, no se sabe de dónde vienen nuevos sin cesar.”

La mujer vive en una casa de muchos pisos, de cuyas ventanas se puede ver los tugurios gitanos. Se ve obligada a cruzarse con los gitanos a diario. Según la búlgara, aparecieron aquí hace varios decenios. Primero vinieron unas cuantas familias, después se añadieron otras. Finalmente, se creó un campamento entero, el cual se está aumentando continuamente. Según las palabras de la mujer, antes cerca de su casa los autóctonos podían sembrar patata, berza, y pimientos rojos, pero se vieron obligados a dejarlo debido a la nueva vecindad. “¡Roban! Arrasaban los cultivos trabajados por nosotros”-cuenta Vitka.

Otra anciana búlgara se queja de que trabajó toda la vida y ahora recibe 136 levas como jubilada, mientras que una familia gitana con cuatro niños recibe una prestación de 140 levas. Además, según los búlgaros, los gitanos no pagan ni por la electricidad, ni por el agua, ni por otros servicios públicos.

“Los culpables son los gobernadores, - está seguro Georgi, un búlgaro que vive al lado del barrio gitano. – Parecen estar enamorados de los gitanos y olvidarse de nosotros. Esto lo confirman los ejemplos de cada día. Si un búlgaro no tiene ticket para autobús, le ponen una multa. Pero cuando se trata de un gitano, se lo perdonan por pobre”.

Muchos búlgaros creen que los responsables por esta situación son las autoridades del país que nunca han intentado hacer a las minorías nacionales acatar las leyes del país e integrarse a la sociedad.

Una opinión de un experto ruso

Un defensor de derechos humanos, experto Maxim Burmitski, vive la mayor parte de tiempo en Bulgaria. Los acontecimientos en Katunitsa Maxim los compara con los disturbios masivos  en la Plaza Manezhnaya de Moscú, en diciembre de 2010. En su opinión, la causa real de las acciones anti gitanas que abarcaron el país no es de naturaleza criminal sino de la social.

“Cuando las autoridades no se esfuerzan por resolver un problema, el pueblo se ve obligado a reaccionar de esta manera. En Katunitsa, al igual que en el caso de la Plaza Manezhnaya,  los participantes de las manifestaciones son los jóvenes. Los de las capas de población más desafortunadas. No ven perspectivas, no saben adónde encauzar su energía. Además, al igual que en Rusia, este caso criminal lo intentaron omitir, el sumario criminal respecto a la muerte del búlgaro joven, Angel Petrov, no fue instruido al principio” – comenta el defensor de derechos.

En su decir, otro problema es que las prácticas legales tienen muchas deficiencias en Bulgaria. Por ejemplo, los búlgaros pagan impuestos, y los gitanos, no, por ser pobres. Como cree el experto, el objetivo de los manifestantes es exigir que las reglas y las leyes sean iguales para todos.

El 23 de octubre en el país se celebrarán las elecciones presidenciales y las municipales. Burmitski cree que el seguir ignorando el problema será un suicidio político para el partido oficial del primer ministro búlgaro, Boiko Borisov. Entretanto, el partido de carácter nacionalista, Ataka (Ataca), aprovecha la tragedia de Katunitsa para los objetivos electorales muy activamente. Sus manifestaciones se organizan cada día en casi cada parte del país, así que, seguramente, ganarán votos adicionales.

“Existe peligro de que por las faltas u omisiones de las autoridades puedan desarrollarse colisiones internacionales aún más graves, que afectarán otras naciones también. Por ejemplo, a los turcas que son muchos en el país” – advierte Burmitski.

Esta opinión la comparte también la redactora en jefe de la agencia noticiosa de Bulgaria, BGNES, Zelma Almalech. Cree que la tarea más importante de las autoridades es hacer funcionar las leyes de manera igual para todos, sin excepciones algunas. Asimismo, es imprescindible integrar a los gitanos a la vida de la sociedad.

Pero es que los propios gitanos no se apresuran a cambiar su modo de vida existente desde hace muchos siglos.

La periodista cree que esta oleada de ánimos nacionalistas es muy peligrosa y no ayuda a solucionar el problema. “No es una práctica nueva cuando se buscan los culpables de las desgracias entre los compatriotas de otra nación.  Ahora se trata de los gitanos, luego se tratará de los turcos, etc. Nunca pude imaginarme que algo semejante ocurriera en Bulgaria. Mi abuelo, por ejemplo, habló el turco con soltura. No supo escribir, trabajó en las obras de vías férreas con los turcos búlgaros. Me comentó en varias ocasiones que son trabajadores honestos, excelentes. A veces pienso que si el abuelo viera lo que está ocurriendo en el país ahora, quedaría desilusionado. Es un caso personal, pero es que no me gusta lo que pasa. Creo que es peligroso”.

Aunque la situación en el país va calmándose, estas acciones dejan su huella, dice la redactora en jefe de la agencia BGNES. Los gitanos que por el miedo a la juventud de ánimos radicales no salían a las calles, hoy de nuevo se ocupan de recoger los desechos de papel. Pero los que estaban vagueando antes de las manifestaciones, quedarán en sus tugurios sin cambiar nada en su vida. La cuestión de cómo integrar esas minorías nacionales queda pendiente.

Las protestas anti gitanas y disturbios iniciaron en varias localidades búlgaras después de que el 23 de octubre muriera el búlgaro Angel Petrov, de 19 años, atropellado por el autobús del líder de la comunidad gitana, Kiril Rashkov, en el pueblo de Katunitsa. A las grandes manifestaciones de protesta les siguieron colisiones entre los búlgaros y gitanos.

El pasado 2 de octubre alrededor de 40 gitanos asaltaron las tierras privadas de una familia búlgara, los Shishkov, en el oeste de la capital. Los gitanos agredieron  a cuatro personas, entre ellos, una mujer. La policía detuvo a los delincuentes. Un día antes, en Sofía y Burgas se realizaron masivas acciones anti gitanas, a las cuales, según los datos del ministerio de Asuntos Interiores de Bulgaria, acudieron varios miles de personas.

Actualmente, la situación en el país va normalizándose, a lo que contribuyó la información sobre la detención de Rashkov. Además, está detenido su nieto por amenazar a uno de los vecinos de Katunitsa.


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