La Primavera árabe como eco del 11S

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El año 2011 cuando se conmemora el décimo aniversario de los atentados del 11S contra EEUU coincidió también con la primavera árabe y el afianzamiento de las posiciones de los islamistas radicales en los países del Oriente Próximo y de África del Norte.

El año 2011 cuando se conmemora el décimo aniversario de los atentados del 11S contra EEUU coincidió también con la primavera árabe y el afianzamiento de las posiciones de los islamistas radicales en los países del Oriente Próximo y de África del Norte. Los especialistas consideran que existe un vínculo entre los atentados en Nueva York del año 2001 y las actuales revoluciones en el mundo árabe. 

Los analistas advierten que los grupos radicales pueden aprovecharse de la inestabilidad política y el caos que reinan en los países árabes para tomar el poder. Además, existe la opinión de que la primavera árabe puede acabar con un enfrentamiento entre las civilizaciones oriental y occidental que se agravó a raíz de la tragedia del 11S: por muy paradójico que parezca, resulta que la población musulmana está luchando por los valores democráticos de Occidente.  

El 11 de septiembre de 2001 los terroristas de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones de línea para impactar dos de ellos contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York y los otros dos, contra Pentágono y, como se supone, un cuarto contra la Casa Blanca. Tres aviones alcanzaron sus objetivos. Según los datos de la investigación, los pasajeros del cuarto avión secuestrado se enfrentaron con los terroristas, previniendo así el cuarto atentado planeado, a costo de sus vidas. Los atentados causaron 2 974 muertes, 24 personas se consideran desaparecidas.
Algunos analistas creen que tras los atentados, Washington empezó a mantener contactos estrechos con las autoridades de los países árabes por el miedo de nuevos ataques por parte de islamistas radicales. Al mismo tiempo, las autoridades árabes decidieron aprovechar la situación y bajo el pretexto de la protección contra los radicales empezaron a apretar las tuercas y realizar reformas poco populares entre la población, lo que acarreó las protestas de masas.

¿Un pretexto para apretar las tuercas?

El director del Centro de Estudios sobre Radicalización Terrorista (dependiente de la Fundación para la Defensa de la Democracia, con sede en Washington), Daveed Gartenstein-Ross, comentó a RIA Novosti: “Los gobiernos de los estados de la región aprovecharon la situación [los temores del Occidente] como un pretexto para hacer más riguroso su curso político”. Comentó también que el nivel de vida en los países afectados actualmente por los disturbios había sido muy bajo antes del 11S también, así que la disconformidad de la población iba creciendo desde hace mucho, y lo de apretar las tuercas bajo el pretexto de la lucha contra los islamistas fue la gota que colmó el vaso.

Superando las consecuencias de los atentados del 11S, EEUU, al contrario, hizo hincapié en la necesidad de democratizar los estados árabes, cree en director del Centro Ruso para el Análisis de Conflictos del Oriente Próximo del Instituto de EEUU y Canadá, Alexandr Shumilin. “Lo que está pasando en los países árabes, me refiero a las revoluciones, es una variante extrema de respuestas a los regímenes represivos de dictadura. Este autoritarismo es precisamente lo que intentaron evitar en EEUU, ya que los regímenes represivos siempre generan otras formas de respuestas, en particular, cuando una parte de la población opta por pasar a la oposición, incluido el terrorismo”, – comentó en una entrevista a RIA Novosti. 

El científico líder de la facultad de Conocimientos Cultural y Social de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), Geert Somsen, hizo un comentario curioso: los sublevados en los países árabes luchan por los valores democráticos promovidos por la cultura occidental, mientras que el propio Occidente está apoyando los regímenes autoritarios.

“Mubarak obtuvo miles de millones de dólares de EEUU, Ben Ali mantuvo relaciones estrechas con Francia, el gobierno de Bahréin admitió a su territorio la Quinta  Flota de la Armada de los Estados Unidos, y Arabia Saudita acaba de comprar armas de los socios estadounidenses por un monto de 70 mil millones de dólares. La población musulmana exige la libertad y la democracia y los socios occidentales intentan privar de ellas a los habitantes de los países árabes [apoyando los regímenes autoritarios]”, - comentó el científico holandés en su artículo “Fin de época del 11S y la primavera árabe”. 

El catedrático de la Universidad Americana de El Cairo, politólogo Mustafa Al Said, dijo a un columnista de RIA Novosti que precisamente la lucha por los valores democráticos provocó las revoluciones árabes, y que la primavera árabe mostró a los islamistas radicales que vía pacífica permite alcanzar cambios y  llegar al poder.  “No creo que la situación en el mudo árabe sea instigada por el ejemplo de Osama Bin Laden, los participantes de las protestas aplican métodos incompatibles con los de terroristas”, – subrayó el catedrático. 

«Oriente es Oriente, y Occidente es Occidente»

Estas palabras del famoso poema de Rudyard Kipling, escrito en el siglo XIX, no han perdido su sentido todavía. Las civilizaciones oriental y occidental  son contrapuestas a lo largo de muchos siglos.  Los atentados del 11S exacerbaron esta contraposición, aunque sus ejecutores no lo tuvieron en cuenta.

Sin embargo, Geert Somsen cree que la primavera árabe acabó con esta oposición. Las revoluciones en el mundo árabe han mostrado que la población musulmana está luchando por los valores occidentales lo que significa que ya no se trata de la colisión de las dos mentalidades, en la opinión del científico.

Entre tanto, una reciente investigación de la organización estadounidense Pew Global Attitudes Project, muestra que este enfrentamiento de las dos civilizaciones persiste. “Las sociedades musulmana y occidental siguen estimando sus relaciones como malas”, – se dice en el informe de los sociólogos. Según esta misma investigación, la mayoría de los musulmanes no cree que los atentados del 11S fueran perpetrados por los árabes.
Los sociólogos de dicha organización han descubierto que los musulmanes tienen miedo a los islamistas radicales no menos que los europeos y estadounidenses. Más de dos tercios de los encuestados en Rusia, Alemania, Gran Bretaña y EEUU temen que el extremismo se propague.  Siete de los diez musulmanes encuestados de Palestina, Líbano, Egipto, Pakistán y Turquía comparten estos temores y califican el islamismo radical como una amenaza.

A raíz de las protestas masivas que abarcaron Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen y Bahréin, a menudo se nota la preocupación de que la inestabilidad de la región la puedan aprovechar las redes islamistas radicales, como Al Qaeda. 

Una región intranquila

El marzo pasado, empezadas las protestas en Libia, el ex líder del estado, coronel Muamar Gadafi, advirtió sobre el peligro de la intervención de las fuerzas islamistas en el conflicto interno.

El temor de que los islamistas radicales se aprovechen de la inestabilidad no carece de fundamento. En Egipto, después del derrocamiento de Mubarak, fue legalizada la organización política Hermanos Musulmanes prohibida hace más de cincuenta años y considerada radical en el Occidente.  Más aún, la organización creó su propio partido político, Libertad y Justicia, y declaró que se proponía ocupar un 40% en el nuevo parlamento del país, como mínimo.

Es sabido que como consecuencia de los disturbios, Egipto debilitó el control en la frontera con la Franja de Gaza palestina. El norte de la península del Sinaí, que limita con Gaza, se considera una de las zonas más problemáticas de Egipto en lo que a la seguridad se refiere. Después de las convulsiones a principios del año, al Sinaí acudieron centenares de extremistas islamistas que huyeron de cárceles egipcias o vinieron de la Franja de Gaza.

Además, no debe dejar de preocupar el hecho de que el comandante de los sublevados libios, Abdelhakim Belhadj, haya pasado varios años encarcelado (primero en Tailandia, donde fue arrestado por los agentes de la CIA, luego en Libia) por vínculos presuntos con Al Qaeda y la posible participación en la preparación de los atentados del 11 de septiembre.

En una entrevista al periódico británico Independent a principios de septiembre, Belhadj comentó que en cárceles fue sometido a torturas lo que no puede perdonarles a los estadounidenses. En su opinión, la CIA cooperó con Gadafi quien había declarado a Belhadj como terrorista. Publicada la entrevista, algunos periodistas occidentales comentaron que éste puede tener ganas de vengarse de EEUU por lo que había vivido en las cárceles.

De la primavera árabe al invierno islámico

En Israel temen que las convulsiones en el mundo árabe puedan acarrear guerras religiosas. Como escribe el periódico israelí, Haaretz, el jefe del Comando Central de Defensa, el general de división Eyal Eisenberg, comentó: “Lo que se llama la primavera árabe podría convertirse en un invierno radical islámico.”
El miembro del Consejo Científico del Centro Carnegie de Moscú, Alexei Malashenko, también cree que los últimos acontecimientos en el norte de África elevan la amenaza del terrorismo. “Tarde o temprano, cuando allí todo esté mal, y es que todo estará mal allí un día, aparecerá una nueva ola del extremismo”, - expresa su opinión pesimista el experto. 

“Si  los descontentos en los países árabes no alcanzan ahora su objetivo, esto entrañará peligro” – comparte su pesimismo la experta orientalista, columnista del periódico Moskovskie Novosti, Elena Supónina. 

Aunque la situación actual en el mundo árabe es favorable para los islamistas radicales, a largo plazo estos acontecimientos socavarán las posiciones de Al Qaeda, al mostrar que existe una alternativa al radicalismo y que los métodos democráticos sí que pueden funcionar”, - comenta Daveed Gartenstein-Ross. 

Geert Somsen se adhiere a esta opinión, notando que las próximas elecciones parlamentarias en Egipto, para las cuales están preparándose activamente los Hermanos Musulmanes, no es el logro de los islamistas. Estas elecciones “las estaba buscando la gente que luchaba por la democracia quedando fiel a su religión”.

Mustafa Al Said está convencido de que el promotor de las revoluciones árabes es la juventud que no apoya a los islamistas. Más aún, en su opinión, el grupo Hermanos Musulmanes que participará en las elecciones ha cambiado su curso muy fuertemente y está orientado hoy a los cambios democráticos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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