La posible construcción de un gasoducto para conectar a Rusia con Corea del Sur a través del territorio norcoreano estará en el centro de la atención durante un encuentro que el presidente ruso Dmitri Medvédev y su homólogo de Corea del Norte, Kim Jong-il, mantendrán el próximo martes en la ciudad rusa de Ulan-Udé, en Transbaikalia, escribe hoy el diario Kommersant.
Moscú y Seúl llevan varios años debatiendo la idea de esa tubería, capaz de trasegar hasta 10.000 millones de metros cúbicos al año, y agilizaron en los últimos meses el proceso de negociaciones sobre el proyecto. El monopolio gasista ruso, Gazprom, también iniciaron este año consultas con la parte norcoreana.
Diplomáticos consultados por Kommersant señalan que Moscú pretende conseguir con este proyecto no sólo objetivos económicos sino también políticos, a saber, fomentar la seguridad en el Asia Oriental.
Una tubería transcoreana, además de cubrir la demanda de recursos energéticos por parte de Corea del Norte, podría proporcionarle a Pyongyang una fuente estable de ingresos por concepto de tránsito e incrementar su interés por la estabilidad. También contribuirían a ello los planes de construir a lo largo del futuro gasoducto líneas de energía eléctrica y conectar la red ferroviaria coreana con el ferrocarril Transiberiano en Rusia.
A Corea del Norte “se le ofrece el gas y los ingresos por tránsito, no un simple saco de arroz a cambio de que renuncie a su programa nuclear”, destacó el politólogo ruso Fiódor Lukiánov, convencido de que ese ambicioso proyecto “es más político que comercial”.
Corea del Sur también saldría ganando: el gas ruso, si se transporta por una tubería desde la isla de Sajalín, podría resultar dos o tres veces más barato que el gas natural licuado (GNL) aunque Seúl debería en este caso invertir en la creación de nuevas infraestructuras, dado que la industria surcoreana se orienta actualmente al consumo del GNL.
El mayor riesgo, sin embargo, es de índole política y tiene que ver con el carácter impredecible del régimen norcoreano. “La construcción de un gasoducto a través de Corea del Norte es el cuento de la lechera”, dijo a Kommersant un alto cargo del Gobierno ruso.
Mijaíl Korchemkin, jefe de la empresa East European Gas Analysis, no descartó por su parte que toda esa historia del gasoducto transcoreano sea “simplemente un intento de presionar sobre China cuya negociación con Rusia en materia del gas está muy atascada”.
