Los líderes de Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia reunidos para una cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en la localidad francesa de Deauville aplaudieron la llamada “primavera árabe”, exigieron la retirada del dirigente libio Muamar Gadafi, amenazaron con sanciones a Siria si no lleva a cabo reformas democráticas y avalaron la reciente iniciativa de EEUU para la paz en Oriente Próximo.
“Los cambios que se están operando en Oriente Próximo y norte de África tienen un carácter histórico y pueden abrir paso a una transformación similar a la que vivió la Europa Central y del Este tras la caída del muro de Berlín”, consta una declaración especial adoptada en el marco de la cumbre.
El documento final de la cumbre señala que Muamar Gadafi y el actual Gobierno libio “han perdido su legitimidad” por ser “incapaces de cumplir con la obligación de proteger a la población civil”. Gadafi “no tiene futuro en una Libia libre y democrática” y debe retirarse”. Los líderes del G-8 reafirmaron su adhesión a la soberanía, integridad territorial y unidad nacional de Livia y advirtieron de que no dejarán impunes las acciones criminales del actual régimen libio contra civiles.
También instaron al régimen de Bashar Asad en Siria a “cesar con carácter inmediato el uso de la fuerza y la intimidación” en relación con los ciudadanos y “responder a sus reivindicaciones legítimas de libertad de expresión y derechos universales”.
El G-8 se declaró dispuesto a “examinar la toma de otras medidas” a menos que el Gobierno sirio desatienda ese llamamiento y ponga en marcha “reformas relevantes” que le permitan desempeñar un papel positivo en la región. Un llamamiento similar se hace en relación con el actual Gobierno de Yemen y el presidente yemení Ali Abdalá Saleh.
Los líderes del G-8 manifestaron su “apoyo inequívoco” a la reciente iniciativa de EEUU para el arreglo entre Israel y los palestinos. El presidente de EEUU, Barack Obama, se pronunció el pasado 19 de mayo por restablecer las fronteras previas de 1967, lo que implica la retirada israelí desde Cisjordania, Jerusalén Oriental y Franja de Gaza, aunque admitió la posibilidad de un intercambio de territorios entre las partes en conflicto.
La declaración subraya que es hora de relanzar las negociaciones de paz, la única vía para un arreglo universal y duradero. Asimismo, exhorta a las partes en conflicto a que se abstengan de “acciones unilaterales capaces de obstruir el progreso en la región”.
En la declaración final, los líderes del G-8 manifestaron su solidaridad con Japón a raíz del devastador terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo, así como la confianza de que “la economía japonesa podrá recuperarse rápidamente”.
El documento destaca la disposición de proporcionarle a Japón toda la ayuda necesaria, así como sacar las conclusiones de la tragedia japonesa, “especialmente, en lo que respecta a la introducción de altos estándares de seguridad nuclear en todo el mundo”. El primer ministro de Japón, Naoto Kan, aseguró por su parte que Tokio hará lo posible por “minimizar la inestabilidad” que el cataclismo en su país, incluida la avería en la central nuclear de Fukushima-1, pueda causar a la economía mundial.
El documento final de la cumbre también deja constancia del “notable avance” logrado por Rusia en el proceso de negociaciones para el ingreso en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y reafirmaron la intención de colaborar activamente con ella para completar esos trámites en lo que queda del año.
