Los revolucionarios recelan de los candidatos que aspiran a la presidencia de Egipto

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Las organizaciones juveniles de Egipto no han llegado todavía a una fórmula de compromiso respecto a la necesidad de seguir convocando manifestaciones de protesta que recibieron el nombre de "Viernes de la Ira".

Las organizaciones juveniles de Egipto no han llegado todavía a una fórmula de compromiso respecto a la necesidad de seguir convocando manifestaciones de protesta que recibieron el nombre de "Viernes de la Ira".

Los más pacientes creen que sería más oportuno esperar hasta el otoño cuando se celebren las primeras elecciones parlamentarias tras la revolución y después las presidenciales.

Otros insisten en la continuación de acciones de protesta para evitar la contrarrevolución, ya que las reformas tardan en hacerse realidad y el poder se concentra en las manos de los militares.

Los activistas de este tipo se pronuncian en contra de los generales y los políticos leales a las Fuerzas Armadas egipcias, incluido al secretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, de 74 años de edad que permanecerá en el cargo hasta el próximo 1 de julio.

Hace varios días, el ministro de Exteriores egipcio, Nabil el Arabi, fue elegido por unanimidad sucesor de Amr Musa. Y el propio Musa anunció que presentaría su candidatura para los próximos comicios presidenciales en Egipto.

Amr Musa tiene alto nivel de aceptación

Amr Musa goza de apoyo tanto por parte de la élite anterior como de los militares. Al mismo tiempo, mantiene buenas relaciones con la oposición.

Los Hermanos Musulmanes, una de las fuerzas principales de la oposición egipcia, que no han elegido todavía su candidato a la presidencia, muestran lealtad a Musa.

Amr Musa que ha estado en el cargo del secretario general de la Liga Árabe durante diez años, pudo aprovechar la oportunidad de establecer amplios contactos tanto en Egipto como en el extranjero.

Antes, había ocupado el puesto de ministro de Asuntos Exteriores pero fue destituido. Hoy en día, resulta que su destitución le ha redundado en beneficio.

Los egipcios pueden recordar dos causas de la destitución de Amr Musa del cargo de ministro de Exteriores. El entonces presidente de Egipto, Hosni Mubarak, puso atención a las advertencias de su entorno sobre un reforzamiento de posiciones de Amr Musa. Esto amenazaba a la carrera política del hijo menor de Hosni Mubarak, Gamal.

La segunda causa fue la presión por parte de EEUU que mostró su descontento por las críticas de Musa contra Washington.

El ex ministro de Exteriores egipcio adquirió también la popularidad en su país y en la Liga Árabe gracias a su retórica antiisraelí.

Amr Musa logró mantenerse en el poder y al mismo tiempo fue considerado como un político no apoyado por el régimen.

Así las cosas, pudo presentarse como representante de la oposición tras la revolución egipcia. Por otro lado, goza de apoyo de los militares que manifiestan su desconfianza hacia el otro líder de la oposición egipcia y el principal rival de Musa, Mohamed El Baradei, que regresó a la patria después de muchos años de trabajo en las organizaciones internacionales en el extranjero.

En los años noventa, un popular cantante egipcio, Shaaban Abdel Rahim, compuso una canción con la letra "Odio a Israel y quiero a Amr Musa” que se hizo muy popular. Hoy en día, Musa es partidario de los que exigen revisar las relaciones entre Egipto e Israel.

Aunque se abstiene de apoyar abiertamente la propuesta de abandonar el tratado de paz entre Israel y Egipto firmado en 1979, dio a entender que está dispuesto a aplicar una política rígida. Y el número de sus partidarios crece.

Egipto dispuesto a renunciar a la ayuda financiera de EEUU

Las perspectivas de relaciones entre Egipto e Israel y EEUU será uno de los temas más abordados durante la carrera electoral. La lucha contra la corrupción y el restablecimiento de la justicia social se promoverá a un primer plano.

Entretanto, el pasado 7 de mayo, se convocó el primer congreso nacional de Egipto en El Cairo con el objetivo de consolidar  varias fuerzas políticas, incluidas las de izquierda. El congreso aprobó una resolución que, entre otras cosas, prevé la posible renuncia de la ayuda financiera que EEUU anualmente otorga a su aliado en el mundo árabe desde las finales de los 70, cuando Egipto firmó el tratado de paz con Israel.

Según un delegado al congreso, el politólogo egipcio Mazen Abbas del “Club de prensa árabe en Rusia” “aunque el monto destinado en calidad de ayuda financiera estadounidense es de 3 mil millones dólares al año Egipto no obtiene ningún provecho de esta porque ese dinero está destinado a financiar programas de EEUU en Egipto, a la compra de equipos estadounidenses, salarios de los empleados estadounidenses”.

Por otro lado, la oposición sospecha que el precio del gas que Egipto vende a Israel es muy inferior al precio de mercado.

Según Mazen Abbas, la propuesta de renunciar a la ayuda estadounidense se consideró durante el congreso junto con otras iniciativas y se entregó a la consideración del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto que asumió el poder tras la dimisión del presidente Hosni Mubarak.

La oposición considera que este Consejo puede gobernar hasta el próximo mes de septiembre cuando se planea la celebración de elecciones parlamentarias o, en caso de que se aplacen por varios meses, se debe formar el Consejo Presidencial interino integrado por cuatro civiles y un militar.

Se espera que Amr Musa respalde esta iniciativa ya que no cesa de repetir en sus discursos que la “revolución vencerá”.

En cuanto a la venta de gas a Israel, se ha filtrado la información sobre presuntas comisiones multimillonarias que recibieron Gamal y Alaa Mubarak, los hijos del depuesto presidente egipcio Hosni Mubarak, y varios empresarios de su entorno por la venta de gas egipcio a precio reducido a Israel.

Hoy en día, Gamal y Alaa se encuentran recluidos en la cárcel y están siendo interrogados en el marco de la investigación por corrupción.

El cobro de comisiones por la exportación de gas natural a Israel es una de las acusaciones más serias contra los hermanos Mubarak. Se estima que esto ha causado al estado egipcio pérdidas por valor de unos 1.500 millones de dólares.

Amr Musa insiste en la continuación de la investigación aunque nunca ha mostrado una hostilidad hacia la familia de Hosni Mubarak.

Además, ha mantenido buenas relaciones con varios empresarios que se sospechan de corrupción, pero se ve obligado a acordar su política con los ánimos de manifestantes que se congregan en la plaza Tahrir en el centro de El Cairo.

Líder para cuatro años

Amr Musa no es tan radical como parece. En realidad, es muy prudente y sabe lanzar duras críticas con una sutileza extraordinaria, sin pasarse de la raya.

Por ejemplo, criticó a Israel o la actividad del cuarteto de mediadores para Oriente Próximo (Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU), pero los observadores atentos pueden entender que Musa seguiría manteniendo contactos con Israel y no se pronunciaría en contra de la siguiente reunión del cuarteto en caso de que sea necesario.

Este año, apoyó la imposición de una zona de exclusión aérea sobre Libia y además promovió esta iniciativa por parte de la Liga Árabe ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Es decir, manifestó su respaldo a la política de EEUU, Francia y Gran Bretaña en África del Norte.

Por otro lado, Musa criticó la intervención militar en Libia y bombardeos de la OTAN. Evidentemente está usando de astucias, ya que en caso de la imposición de tales zonas no se puede evitar las acciones bélicas.

Pero Amr Musa sabe maniobrar sutilmente, goza de apoyo de muchos egipcios y hace todo lo posible para no provocar disgusto de los políticos extranjeros que puedan influir en su carrera.

Musa puede fumar un puro cubano durante una reunión con los políticos ocidentales mientras elije una conducta modesta y discreta cuando se reune con los electores egipcios.

La correlación de fuerzas seguramente cambiará durante la carrera electoral, pero hoy en día, la candidatura de Amr Musa parece la más apropiada para el período transitorio. Durante los próximos años, se debe convocar elecciones y realizar reformas, introducir enmiendas en la Constitución y en el presupuesto, determinar la configuración del gobierno.

Según varios expertos egipcios, aún la edad de Amr Musa es a favor de él. Si es elegido, cuando cumpla su mandato presidencial dentro de cuatro años, ya tendrá 78 años y es poco probable que tenga ganas de prorrogarlo.

Los egipcios no quieren que el siguiente líder se mantenga en el poder durante largo tiempo, ya que Hosni Mubarak gobernó el país de 1981 a 2011.

Así las cosas, Amr Musa tiene todas las posibilidades para ganar. Sólo debería evitar serios errores y asegurarse el apoyo de los jóvenes egipcos que deben creer que sus palabras que la “revolución vencerá” no son una mera retórica.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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