La revolución en Túnez a paso de tortuga favorece el avance a la contrarrevolución

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Túnez sacudido por la revolución está al borde de contrarrevolución. El tribunal supremo no adoptó ninguna decisión contra el ex oficial partido Reagrupamiento Constitucional Democrático cuya actividad fue prohibída a principios de febrero por el Ministerio del Interior.

Túnez sacudido por la revolución está al borde de contrarrevolución. El tribunal supremo no adoptó ninguna decisión contra el ex oficial partido Reagrupamiento Constitucional Democrático cuya actividad fue prohibída a principios de febrero por el Ministerio del Interior.

La disolución del partido es una competencia del tribunal, pero ante las discrepancias entre jueces y  abogados, la audiencia quedó aplazada para el mes marzo.

El Consejo de Defensa y Desarrollo de la Revolución de Túnez, formado por los principales movimientos oposicionistas descontentos con la situación actual en el país, advirtió sobre el riesgo de una revancha por parte de la vieja nomenclatura y el ejército.

Túnez no parece estar preparado para crear un régimen nuevo, ya que no ha podido desmantelar las bases del régimen anterior.

Ante la falta de líderes para gobernar

La oposición descarta de plano que la realización de las reformas corra por cuenta de los antiguos diputados y exige la aprobación de una nueva Constitución.

El 15 de marzo expiró el mandato del presidente interino, Fouad Al Mabzaa. Pasaron ya casi dos meses desde la huída del país del presidente Zin Al Abidin Ben Ali y su familia, pero la situación sigue tensa.
 Muchos de los partidarios del ex presidente conservan sus cargos y privilegios, lo que contribuye a que continúen las manifestaciones de protestas.
Se repiten enfrentamientos de los manifestantes con la policía. Hay víctimas. A finales de febrero quedaron muertos varios manifestantes, después de que en el curso de la Revolución de los Jazmines de enero perecieron más de 220 personas. Para evitar que le culpen por nuevas violencias, el primer ministro  Mohamed Al Ganuchi presentó la dimisión, satisfaciendo de esta manera una de las demandas de los manifestantes.

Pero el gobierno provisional de Túnez se va abajo, esto es evidente. Aunque el presidente interino nombró inmediatamente a un nuevo primer ministro interino, los ministros siguen abandonando el Gobierno. Nadie se aprovecha de las vacantes. Los políticos entienden que no ganarán popularidad en el período de transición y no quieren afrontar ningún riesgo.

El ahora Jefe de Gobierno es jurista de 84 años, Beiy Said Essebsi. Fue alto funcionario en los 70 y 80, en la época del primer presidente Habib Bourguiba. Pero la oposición de nuevo no está contenta con este nombramiento, las manifestaciones bajo el lema “¡Revolución hasta la victoria absoluta!”seguirán.

“Tras cortar la cola a la serpiente, córtale la cabeza también, si eres valiente”, cita la oposición al antiguo poeta árabe.

La población tunecina está descontenta, porque el nuevo gobierno no ha realizado ningunos cambios económicos, y las reformas políticas apenas se notan. Es objetivamente difícil realizarlas: el ex partido oficial contó con casi dos millones de miembros de los 10 millones de la población de Túnez. Entre ellos hay quienes no están de acuerdo con cambios radicales.

“La gente se encuentra en el cruce de caminos. ¿Logrará vencer la dictadura?” pregunta el periódico comunista Al Badil (La Alternativa).Preguntándose sobre las vías de realización de las tareas revolucionarias, el periódico da una respuesta vaga: en vez de proponer un programa exacto, utiliza sólo lemas de carácter general, declarando que “la gente misma debe administrar el estado a través de los consejos”.

“¡Recordad a Mohamed Buazizi!” Los tunecinos nunca olvidarán al héroe de la Revolución de los Jazmines a quien recuerdan hoy, cuando la causa de la revolución parece paralizada. Fue un vendedor ambulante de verduras de 26 años quien se inmoló en protesta contra la arbitrariedad de las autoridades locales, después de que le confiscaron su puesto que le servía de medio de vida. Su muerte hizo sublevarse a miles de jóvenes que no podían encontrar trabajo, transmitiéndo estas perturbaciones a todo el mundo árabe.

Cuatro mil refugiados a la semana

Pero, ¿por qué ahora, cuando el dictador está derrocado, miles de jóvenes siguen huyendo de Túnez a Europa en búsqueda de una vida mejor, aunque allí no les esperan? El Ministerio de Asuntos Interiores de Italia ha calculado que en febrero cada semana huyeron por el mar a las islas italianas alrededor de cuatro mil tunecinos. En marzo esta tendencia continúa. Hace unos días, los guardafronteras italianos detuvieron un barco con 350 refugiados de Túnez. No quieren volver a su país.

Como comentó otro periódico de Túnez, Al Wasat, esto se debe a que “la embriaguez de la revolución se va, cediendo el sitio a desasosiego y miedos respecto al período de transición y el destino de la democracia.” “El mayor peligro para las revoluciones siempre lo entrañan los regímenes anteriores,” advierte el escritor Tawfiq bin Breik quien quiere postularse para la presidencia. Dio un nombre elocuente “La Guardia Blanca de Túnez” a los representantes del viejo régimen que se agarran del poder, y tratan, en su opinión, de ahogar la revolución.

“Van a atemorizarnos con anarquía y hambre para imponer una nueva dictadura disfrazándola de medidas para el orden”, - afirma la oposición que exige que los culpables de la existente situación comparezcan ante los tribunales. En las filas de los jueces, policía y militares también deben realizarse purgas, añaden los oposicionistas. Pero seguro que esta idea no cae bien a los militares. De allí desprende la posibilidad de que el Ejército pueda usurpar el poder. El jefe del cuartel general, Rachid Ammar, es una candidatura que sin duda alguna contará con apoyo. Pero el poder del Ejército no tendrá nada que ver con la democracia por la cual lucharon los revolucionarios.

Otra posible variante es la victoria de islamistas en los comicios extraordinarios. A principios de marzo fue legalizado el partido islamista En Nahda (Renacimiento). Su líder, Rachid Gannuchi, volvió a fines de enero a su patria después de 22 de emigración en Londres. Los islamistas pueden imponer un régimen moderado asemejado al del partido oficial de Turquía, Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP). Pero las encuestas muestran que los tunecinos no tienen ni idea de por quién votar. Y los islamistas no han ganado todavía bastante popularidad después de su larga ausencia. La población se fía más de los  oposicionistas que existían como contrapeso al viejo régimen derrocado, como Partido Democrático Progresivo, con Najid Chebbi a la cabeza, quien recibió en el gobierno interino el puesto de ministro del Desarrollo Regional y Local. Pero Chebbi acaba de presentar la dimisión a raíz del descontento general por las acciones del gabinete.

Existe una alternativa mejor, la de crear un gobierno de coalición según los resultados de las elecciones. Pero incluso los idealistas ponen en duda que una unión entre socialistas e islamistas sea duradera. Por ahora, los oposicionistas ni siquiera pueden llegar a un acuerdo sobre qué hacer después de que expiren los poderes del presidente interino. La convocatoria de elecciones en primavera requiere, en todo caso, tiempo para la preparación, por eso los poderes de Fouad Al Mabzaa tendrán que ser prolongados.

No hay unanimidad sobre las prioridades: si hay que primero escoger al presidente o al parlamento, o hacerlo al mismo tiempo y cambiar la constitución después. O al revés. En todo caso, está claro que hay que hacerlo antes de los fines de julio, cuando se cumpla medio año después del golpe de estado.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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