La cooperación nuclear entre Rusia y EEUU estimula el “reinicio” de las relaciones

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El acuerdo ruso-estadounidense de cooperación estratégica para el uso civil de la energía atómica, conocido también como el Acuerdo 123, con una vigencia de treinta años, entró en vigor el pasado 11 de enero sin ninguna objeción por parte del Congreso de EEUU.

El acuerdo ruso-estadounidense de cooperación estratégica para el uso civil de la energía atómica, conocido también como el Acuerdo 123, con una vigencia de treinta años, entró en vigor el pasado 11 de enero sin ninguna objeción  por parte del Congreso de EEUU.

Si los congresistas hubieran querido frenar la ratificación de este convenio, sólo hubiera sido necesario una resolución denunciando varios de los términos del documento.
 
El acuerdo original fue firmado por el entonces presidente George W. Bush en Moscú el 6 de mayo de 2008, pero fue suspendido por la parte estadounidense en septiembre de ese mismo año debido al conflicto ruso-georgiano tras la agresión de Georgia contra Osetia del Sur en agosto de 2008.

El actual presidente estadounidense, Barack Obama, emprendió el segundo intento para reanimarlo en la primavera de 2010, y por los visto, lo consiguió.

El acuerdo 123 es más importante que el tratado START


Fue un raro ejemplo cuando el Congreso estadounidense hizo algo provechoso sin mover los dedos.
El acuerdo no es un tratado y no necesita la ratificación del Senado de EEUU, pero está sujeto a una revisión por el Congreso en  un plazo de 90 días laborales, y durante ese tiempo, puede hacer una votación para paralizarlo antes de que entre en vigor.

Obama presentó el acuerdo al Congreso para su aprobación el pasado 10 de mayo. Con todas las vacaciones parlamentarias y días festivos el plazo estipulado expiró a finales de la primera década de este mes de invierno.
El Congreso dio luz verde al acuerdo que, en esencia, para la política de “reinicio” de relaciones ruso-estadounidenses es mucho más importante que varios tratados START juntos o la cooperación en Afganistán.
 
Este acuerdo contribuye a que la política de reinicio que hasta el momento tiene un carácter simbólico adquiera un contenido más eficaz.
Denominado así porque corresponde a la sección 123 de la Ley de Energía Atómica de Estados Unidos de 1954, el acuerdo 123 es el documento base para que EEUU y el resto de países puedan cooperar en el ámbito de energía nuclear civil.

El acuerdo 123 ruso-estadounidense prevé la cooperación de ambos países tanto en materia de no proliferación nuclear como en el sector de energía nuclear civil y abre nuevas posibilidades para el desarrollo conjunto de nuevas tecnologías.
En este caso, se trata de la cooperación entre dos países que lideran en materia de tecnologías nucleares civiles y en producción, enriquecimiento, almacenamiento y procesamiento de residuos radiactivos.

Intercambio de experiencias


Rusia y EEUU empezaron a cooperar e intercambiar información en el ámbito de estudios nucleares ya en 1973, al firmar un acuerdo de cooperación para el uso pacífico de la energía atómica, durante un plazo de diez años.
Después, este acuerdo fue prolongado y dos países continuaron cooperando tras la catástrofe en la central nuclear de Chernóbil que tuvo lugar en abril de 1986.
Sin embargo, las “fluctuaciones políticas” influyeron en la cooperación entre Rusia y EEUU hasta quedar suspendida varios años a pesar de que los respectivos acuerdos segían vigentes y Moscú nunca suspendió el suministro de uranio poco enriquecido a EEUU.
 
Hoy en día, la situación ha cambiado.Rusia fue la única superpotencia nuclear entre los 190 países signatarios del Tratado de la No Proliferación Nuclear (1968) que no firmó el Acuerdo 123 con EEUU. Actualmente, Washington tiene suscrito este acuerdo con 21 estados.

Rusia y EEUU bien podían y podrían cooperar sin firmar el acuerdo anunciado. Según los cálculos, en un 10% de todas las lámparas eléctricas estadounidenses se usa  el uranio ruso.
Hoy en día, Moscú cubre un 40% de la demanda estadounidense de combustible que se consume en las centrales nucleares y ha firmado contratos para el suministro de materias primas por 4,9 mil millones de dólares.
 
Rusia tiene contratos por unos 3 mil millones de dólares para el suministro de uranio a Francia y Japón, países con mucho menos capacidades energéticas que en EEUU.
Hoy por hoy, Washington puede cubrir sólo un 20% de su necesidades de combustible nuclear con recursos propios.
 
En esencia, el Acuerdo 123 puede abrir de par en par la puerta entreabierta de la cooperación ruso-estadounidense. Moscú y Washington tienen muchos trabajos de investigación y desarrollo en el ámbito de energía nuclear civil que son únicos y pueden completarse uno a otro.

Por ejemplo, Rusia es el líder mundial en tecnologías de enriquecimiento de uranio por centrifugadoras de gas, en tecnologías baratas de convertir el uranio enriquecido al 90% en el uranio poco enriquecido para ser utilizado con fines pacíficos, y en el ámbito de procesamiento y almacenamiento de residuos radiactivos.

EEUU no dispone de tecnologías necesarias para construir reactores de neutrones rápidos ó reactores reproductores rápidos diseñados para producir combustible nuclear generando más material fisible del que consume.
Por otro lado, EEUU, junto con Francia, es uno de los líderes mundiales en materia de desarrollo de nuevas tecnologías protegidas de reactores, equipos con uso eficaz de energía, sistemas que no dañan el medio ambiente, etc.

El potencial innovador de la cooperación nuclear entre Rusia y EEUU no tiene límites y es capaz de contribuir al desarrollo de otras ramas industriales.
Un elemento importante del Acuerdo 123 es que este abre el camino hacia la restauración de la energética nuclear global que será configurada para prevenir un posible uso militar de la la energía atómica.

Además, el Acuerdo 123 contribuye a la no proliferación de tecnologías de reactores, porque prohibe estrictamente transferir las tecnologías y materiales de intercambio a los terceros países.
Aunque tanto Rusia como EEUU cumplen con sus compromisos conforme al Tratado de la No Proliferación Nuclear, pero el Acuerdo 123 puede servir de un obstáculo adicional para los países que no se han adherido todavía al Tratado anunciado.
En general, el Acuerdo 123 da un nuevo impulso al reinicio de relaciones entre Rusia y EEUU

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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