El presidente de Bielorrusia busca aliados en todas partes

© RIA Novosti . Serguei Guneev / Acceder al contenido multimediaAlexander Lukashenko
Alexander Lukashenko - Sputnik Mundo
Síguenos en
La campaña electoral en Bielorrusia se aproxima a su recta final.

La campaña electoral en Bielorrusia se aproxima a su recta final.

A medida que lo hace, la conducta del actual presidente y máximo favorito a la reelección, Alexander Lukashenko recuerda la de los personajes de las películas del famoso director, Emir Kusturica.

“Si tiene planes de rodar algo respetable, sería un honor para nosotros colaborar con Usted”, le dijo Lukashenko a Kusturica que estaba en la capital bielorrusa para participar en el festival de cine “Listopad”. Posiblemente, al decir “algo respetable” el líder bielorruso tenía en cuenta las elecciones en su país.

Una semana antes de su encuentro con el director serbio, Lukashenko anunció que el próximo 19 de diciembre, los comicios presidenciales transcurrirán “como una balsa de aceite” y “sin ningún tipo de violencia, porque nos portaremos muy bien”.

Paradójicamente, quién conoce la obra de Emir Kusturica, sabe muy bien que la violencia es el centro la acción de sus películas, mientras quienes hayan seguido la actualidad reciente de Bielorrusia, saben que todas las elecciones celebradas en este país vienen acompañadas de actos violentos. 
El guión se repite con tozudez. Los medios de información anuncian la victoria de Lukashenko con el apoyo de la mayoría de la población. El candidato de la oposición, descontento y contrariado, organiza una manifestación de protesta, y las fuerzas del orden bielorrusas disuelven a los manifestantes con un empleo excesivo de la fuerza.

A juzgar por todo, la elección del vocablo “respetable” por parte de Lukashenko debe interpretarse como una ironía postmodernista. El propio presidente bielorruso hizo alusión al sentido de su comentario al declarar que Kusturica “no sabe hacer malas películas”.

Kusturica, por su parte, declaró que le gusta el estilo de gobernar de Lukashenko y agregó que “el presidente dirige Bielorrusia con mucho respeto y de un modo original”. Y en cierto modo tiene razón. En realidad, tanto Kusturica es incapaz de rodar malas películas como Lukashenko de organizar unas elecciones normales.

La comunidad internacional ya lo entendió en 1996, pero la memoria es frágil y las cosas tienden a olvidarse. De modo que los preparativos para los comicios bielorrusos empiezan a tomar el cariz de las comedias absurdas de Kusturica.

El ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, quien llegó a Minsk en una visita de trabajo junto con su homólogo de Alemania, señaló que las próximas elecciones presidenciales serían una especie de prueba para evaluar la democracia en Bielorrusia y expresó la esperanza de que sean mejor que las anteriores.

El presidente bielorruso le aseguró que estos comicios serían mucho mejor, sin duda alguna. Recordemos que en las elecciones anteriores Lukashenko obtuvo un 92% de votos. Quizás tengamos que interpretar las palabras “mucho mejor”, en el sentido de que espera que terminen con la victoria de Lukashenko con un 90% o incluso con un 89% de los votos.

Sikorski anunció que Bielorrusia podrá contar con unos 2.000 millones de euros durante los próximos años en el caso de que las elecciones se desarrollen con libertad. Pero si Minsk no obtiene este préstamo de ayuda de la UE, Lukashenko aprovechará la promesa de Sikorski para mejorar su popularidad al echarle toda la culpa a la UE que nunca cumple sus compromisos.

Es posible que la UE se meta en este juego, porque los políticos europeos tienen tendencia a caer en la trampa de sus propios prejuicios ideológicos. Europa cree que Rusia apoya todas las tendencias no democráticas que se observan en el espacio postsoviético. Los políticos europeos se niegan a creer que las relaciones entre Moscú y los regimenes autoritarios de Asia Central y otras ex Repúblicas soviéticas sean malas y estén plagadas de hostilidades.

Por esta razón intentan aprovechar la “supuesta” discordia entre Lukashenko y el gobierno ruso. Le ofrecen apoyo y una nueva posibilidad de democratizar Bielorrusia. Y esperan que esto se haga realidad.

La actual campaña electoral beneficia al régimen de Lukashenko y ya es imposible echar la culpa a Moscú. El presidente bielorruso ha roto definitivamente su aislamiento diplomático. Tras la visita de la presidenta de Lituania, Dalia Gribauskaite, y de los cancilleres de Polonia y Alemania que le aseguraron las buenas intenciones de la UE, Lukashenko puede decir que ya es un político europeo. Incluso la presidenta de la Comisión central electoral de Bielorrusia, Lidia Yermóshina, se puso a hablar de “liberalismo”.

Lukashenko está dispuesto a pagar por el reconocimiento europeo con su moneda preferida, es decir, con palabrería vana. “Unas elecciones legítimas son mucho más importantes para nosotros que para cualquier otro país del mundo”, declaró el líder bielorruso a sus huéspedes extranjeros.

Sin embargo, estas palabras no pueden aliviar los problemas económicos de Bielorrusia cuya solución es posible sólo a través de una íntima colaboración con Rusia. Las acciones de Lukashenko más bien recuerdan a los personajes del citado Kusturica que equipan sus coches de lujo con ametralladoras y transforman cochecitos de minusválidos en electromóviles.

La idea de sustituir el petróleo ruso con el crudo venezolano que el amigo de Lukashenko, Hugo Chavez, prometió suministrar a un precio de 647 dólares por tonelada, terminará por arruinar el presupuesto bielorruso en breve.

Además, resulta muy problemático el trasiego del crudo venezolano a través del puerto lituano de Klaipeda. Cuando Lukashenko pidió un descuento a las autoridades lituanas, el viceministro  Energía de este país, Romas Svedas, explicó que la Terminal Klaipedos nafta ya funciona a plena capacidad sin los contratos con Bielorrusia.

Antes de iniciar el conflicto con Rusia, el presidente de Bielorrusia debería recordar que su país no tiene salida al mar.

La situación es paradójica. La UE, que durante los últimos quince años ha hecho numerosos intentos de convencer a Rusia para que deje de prestar apoyo a Bielorrusia, hoy parece asumir la función de defensora del régimen de Lukashenko.

Sería un final triste. Mijaíl Gorbachov tenía razón al decir que la nueva Europa debe construirse simultáneamente en el Oriente y en Occidente. No hay otra vía.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала