Marcos Lobo

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 Por las informaciones que nos entrega RIA Novosti, da la impresión, que el diagnóstico del desastre ecológico ocurrido en Rusia, en Julio-Agosto, tiende a asegurar que se debió a problemas de altas presiones atmosféricas y de circulación del aire, que no tendrían una explicación científica explícita. Pensar así es no querer ver la realidad: el agujero de la capa de ozono, que primero se hizo presente en el Polo Sur, derritiéndose la Antártida, enseguida comenzó a darse Sobre el Ártico, derritiéndose igualmente. Y lo que ahora está ocurriendo es que ese agujero está dejando pasar rayos solares, sin atajo a cada vez mayor superficie terrestre, incluyendo el centro de Rusia. En Chile, en el Cono Sur de América, al quedar sin la protección del ozono, subieron las temperaturas promedio de ciudades como Coyhaique o Puerto Montt. Pero, siendo ciudades situadas a orillas del océano, el alza de temperatura fue moderada por ese factor. En cambio, Moscú, por no estar rodeado de grandes masas de agua, se está recalentado en invierno y ahora en verano. Es la diferencia del cambio de un clima marítimo y otro continental.

Por supuesto que asumir este diagnóstico, lleva a reconocer las verdaderas causas del problema, la desaparición de la capa de ozono, sobre cada vez mayor parte de la tierra. Que cambien las presiones atmosféricas y circulación del aire, es algo derivado de lo anterior. La diferencia entre uno y otro diagnóstico consiste en que lo de la presión y circulación del aire como explicación lleva al inmovilismo, a la pasividad y a una posición de mero espectador frente a la Naturaleza, mientras el segundo diagnóstico induce a tomar medidas urgentes contra las actividades antropogénicas que están perturbando a la Naturaleza.   

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