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Ermitaña siberiana regala camisa al presidente Medvédev

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Agafia Líkova que vive como ermitaña en Jakasia, Siberia, entregó a Amán Tuléev, gobernador del Kuzbass limítrofe, una camisa que cosió para el presidente Dmitri Medvédev.

Kémerovo (Rusia), 24 de febrero, RIA Novosti. Agafia Líkova (la historia de su familia se comentó mucho en 1978), que vive como ermitaña en Jakasia, Siberia, entregó a Amán Tuléev, gobernador del Kuzbass limítrofe, una camisa que cosió para el presidente Dmitri Medvédev, informó hoy a RIA Novosti un portavoz de la administración de la provincia de Kémerovo.

Líkova, de 66 años, oyó que Medvédev visitó Kuzbass. Un cazador le refirió las palabras del presidente dedicadas a Siberia, las que le gustaron tanto que Agafia decidió regalarle una camisa a Medvédev.

Junto con una camisa azul de franela, la mujer pidió entregarle al presidente una cesta hecha de corteza de abedul y llena de nueces de cedro, que son símbolo de mucho respeto en la taiga.

Dmitri Medvédev realizó del 10 al 12 de este mes de febrero una visita de trabajo a Siberia, donde se reunió con economistas, mineros, estudiantes y gobernadores.

Los Líkov, adeptos del rito viejo de la fe cristiana, vivieron durante largos años en la taiga completamente aislados de la civilización. Unos geólogos soviéticos los descubrieron en 1978. En aquel entonces, la familia se componía del padre, dos hijos varones y dos hijas, incluida Agafia, de 34 años. En 1981, uno tras otro murieron tres hermanos. En 1988 falleció el padre. Agafia quedó sola, y hasta la fecha vive lejos de toda civilización.

El gobernador Tuléev figura entre sus poco numerosos amigos. Visitó a la ermitaña por primera vez en 1997, y desde entonces ellos se cartean.  Las autoridades de Kuzbass envían en helicóptero tres veces al año los víveres y otras cosas de primera necesidad para Agafia.

El año pasado, por enésima vez fue tratado el tema de su futuro. La mujer pidió buscarle una ayudante de la misma creencia religiosa, pero nadie quiso acompañarla  en la taiga. Unos representantes de la iglesia del rito viejo le aconsejaron  "unirse a los hermanos en la fe y apreciar la ayuda de amigos". Pero Líkova se negó rotundamente a hacerlo.

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