Moscú, 1 de diciembre, RIA Novosti. El anteproyecto de un acuerdo de seguridad que Rusia sugiere firmar a todos los países situados en el vasto espacio entre Vancouver y Vladivostok testimonia su aspiración de ser ideóloga y una de las principales arquitectas del nuevo orden global, escribe hoy el diario ruso Vedomosti.
Los 14 artículos de este documento nacido en el Kremlin remiten de forma directa o implícita a los 14 puntos del plan que el presidente de EEUU, Woodrow Wilson, propuso para el arreglo posbélico en 1918. Pero la realidad internacional que siguió a la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial tuvo escasa similitud con la imagen ideal esbozada por Wilson, y la Sociedad de Naciones creada por su iniciativa fue incapaz de prevenir conflictos armados en diversas regiones y, a la larga, una nueva confrontación global, aún más devastadora.
Aunque las propuestas de Wilson llegaron a plasmarse básicamente después de terminada la Segunda Guerra Mundial, él fue condecorado en 1919 con el Premio Nobel de la Paz y EEUU adquirió la imagen de pacificador e innovador dispuesto a reformar el obsoleta entramado internacional.
Es poco probable que el Kremlin, a la hora de elaborar su propio concepto del nuevo orden mundial, haya pensado en la perspectiva de un Premio Nobel. Más importante para Rusia es cambiar los clichés negativos que la presentan como país agresivo, atrasado y poco predecible, demostrar a la comunidad internacional que es capaz de formular ideas audaces y no es un mero suplente en los clubes del G-8 y el G-20.
La pregunta es hasta qué punto son viables estas iniciativas. Los países de la OTAN difícilmente suscribirán el artículo 9 del borrador que coloca el nuevo acuerdo por encima de los demás convenios internacionales en vigor. Tampoco está claro cómo se comportaría Rusia, si el documento entrase en contradicción con sus compromisos en el marco del Tratado de Seguridad Colectiva, ni cómo compaginar el acuerdo con las resoluciones y las misiones de paz de la ONU.
La nueva estructura de seguridad euro-atlántica y eurasiática propuesta por Rusia podría convertirse por tanto en una reedición de la Sociedad de Naciones que fue desgarrada por controversias internas, nunca obtuvo reconocimiento por parte de numerosos países ni logró impedir el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
