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Europa depende cada vez más de China y menos de Rusia. Kommersant

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Europa depende cada vez más de China y menos de Rusia, escribe Alexandr Lukin, experto en asuntos asiáticos, en un artículo publicado hoy en el diario Kommersant.

Europa percibe a China como un país remoto y que no aspira a compartir sus valores, a diferencia de lo que pasa con Rusia que siempre aspiró a formar parte de Europa pero sin adoptar las costumbres europeas. Todos estos clichés repercuten en la política contemporánea, señala el articulista, quien encabeza el Centro de estudios sobre el Asia Oriental y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).

Europa se preocupa por la situación de los derechos humanos en China pero está dispuesta a asumir que la sociedad china es diferente a la europea. Infracciones mucho menores en el caso de  Rusia, que dice ser parte de Europa, le merecen lógicamente fuertes críticas por no estar a la altura de estándares europeos.

China representa últimamente el mayor reto para la política comercial de la Unión Europea: ocupa el segundo lugar en el volumen del comercio exterior de la UE y el primero entre los exportadores de bienes a Europa que tiene un déficit enorme en el intercambio con el Imperio Celeste. Con este panorama como telón de fondo, uno se olvida rápidamente del problema del Tíbet o la situación de los derechos humanos en China.

La dependencia recíproca entre la Unión Europea y Rusia parece mucho menos equilibrada. La UE es la mayor socia comercial y la principal fuente de inversiones para Rusia que es apenas la séptima exportadora y la undécima importadora para Europa. De aquí que la UE se sienta infinitamente más segura en sus intentos de reducir el grado de dependencia con respecto a algunos productos rusos, por ejemplo, el gas.

Muchas veces, Moscú exagera al resaltar esta dependencia. La realidad es que Europa depende cada vez más de China y menos de Rusia. Es un resultado objetivo de la evolución que ambas potencias han tenido en las últimas décadas. El uso de ciertos recursos como herramienta de presión en este contexto sólo acentuará en los europeos el deseo de zafarse de la influencia de Rusia.

Rusia debería impulsar la cooperación con Europa sobre la base de valores comunes, no a partir de la dependencia mercantil, destaca el articulista. Otro factor capaz de contribuir al acercamiento entre ambas partes y transformarlas en aliados naturales es el recelo ante el creciente protagonismo internacional de China y la visión de un mundo futuro dominado por Washington y Pekín.

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