Los consumidores rusos hasta el día de hoy no pierden la costumbre de gastar en algunos artículos como la hacían antes de la crisis mundial, escribe en su edición de hoy el periódico ruso Smart Money. Pero ahora gastan de la siguiente manera: buscan el producto de la misma marca en otros comercios. Según los analíticos, después empezarán a comprar productos más baratos y de otras marcas.
El pasado otoño, cuando la crisis empezó a desencadenarse por el todo el mundo, el Fondo Opinión Pública llevó a cabo una encuesta en la que hizo la siguiente pregunta: ¿La crisis ya empezó en Rusia? En esos momentos los índices de las bolsas de valores rusas cayeron más del 50%, los problemas de los bancos eran evidentes. Aproximadamente el 31% de los encuestados respondieron que la crisis "todavía no había comenzado, pero que pronto tendrá su inicio"; otros, que "absolutamente no se prevé en un futuro cercano". Esto no significa que los demás encuestados estaban conscientes de lo que está pasando. Sólo un 29% por ciento dieron una respuesta acertada, lo demás no pudieron darla.
El comportamiento consumista en aquel entonces correspondía a una fe inocente, algo así como pronto "pasará la tormenta". Las familias continuaban gastando más. En la conciencia de las personas ocurrió algo extraño. No es de que las personas no tenían consciencia de lo que pasaba. Ya a mediados del otoño la demanda sobre los paquetes turísticos navideños cayó significativamente, la gente como que presentía que en enero no estaría para viajes. Mientras tanto satisfacían sus necesidades como siempre. Las cadenas de retail operaban de manera ingenua: no cambiaban sus surtidos por productos más baratos. Simplemente esperaban que la gente deje de comprarlos.
Operaron más o menos hasta enero cuando los gastos de las familias mostraron un crecimiento lento. En febrero en San Petersburgo crecieron apenas un 12,2% en comparación con lo que fue un año antes: más bajo que la inflación, es decir, por primera vez más bajo en muchos meses. Incluso en Moscú, donde la población gastaba como que si estuvieran en una fiesta en un crucero, la demanda cayó bruscamente.
