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Occidente y Rusia sacaron ventajas de la independencia de Kosovo. Kommersant

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A Kosovo todavía le queda por delante un camino largo hacia la soberanía real a pesar de que esta antigua provincia autónoma de Serbia adquirió importantes atributos de Estado - bandera, escudo e himno nacionales y hasta una especie del Ejército propio - en el primer año que siguió a la proclamación de la independencia. Aún así, tanto Occidente como Rusia sacaron ventajas de la fallida soberanía kosovar, escribe hoy el diario Kommersant.

La ventaja de Occidente es más bien política. EEUU y sus aliados simplemente no pudieron llevar a un término lógico el proceso que el 17 de febrero de 2008 derivó en la declaración de independencia aprobada por el Parlamento de Kosovo. El hecho de que Kosovo vivió un año sin graves enfrentamientos étnicos constituye un  argumento sólido en las manos de los independentistas, convencidos de que era la única manera de neutralizar el último foco de tensión en los Balcanes.

En el caso de Rusia, las ventajas son políticas y económicas. Desde que empezaron las negociaciones sobre Kosovo, Moscú insistía en elaborar una fórmula universal, aplicable a otros conflictos similares, ante todo, los que subsisten en el espacio postsoviéticos. Después de que Kosovo proclamó la independencia y fue reconocido por las principales naciones de Occidente, Rusia anunció que su futura política con respecto a Abjasia y Osetia del Sur se basaría en el precedente kosovar. En agosto de 2008, Moscú reconoció la soberanía de ambas repúblicas caucasianas.

Gracias al caso kosovar, en gran medida, Rusia obtuvo también algunos beneficios económicos. Moscú se opuso enérgicamente a la secesión de Kosovo pero evitó en todo momento incurrir en una confrontación abierta con Occidente. Debido a esta postura, pudo fortalecer en grado considerable su relación con Belgrado. Ambas partes suscribieron en diciembre pasado un paquete de acuerdos que permiten a Gazprom adquirir la mayor petrolera serbia, NIS, así como construir en Serbia un depósito subterráneo del gas y un ramal del gasoducto South Stream. Los adversarios de estos acuerdos en Serbia reprocharon al Gobierno por vender una empresa importante a precio de ganga pero se les recordó que Moscú se había puesto del lado de Belgrado en la lucha por Kosovo.

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