Las amenazas para Rusia se van multiplicando y los trastornos financieros globales podrían acabar con el mito de "gran superpotencia energética", advierte Ekaterina Kuznetsova, experta del Centro ruso de estudios sobre la sociedad postindustrial, en un artículo publicado hoy en Nezavisimaya Gazeta.
El crudo de la marca rusa Urals se depreció de 139,8 a menos de 60 dólares por barril en los últimos cuatro meses y difícilmente va a repuntar a corto plazo, lo cual obliga al Gobierno ruso a revisar el presupuesto del próximo año calculado a partir de US$95 por barril.
Las petroleras rusas ya están bastante endeudadas y pasarán a depender en grado aún mayor de los créditos, lo cual a su vez reducirá las de por sí crónicamente escasas inversiones en materia de prospección geológica y producción.
Las relaciones entre Rusia y la Unión Europea, la mayor consumidora de sus recursos energéticos y la principal fuente de nuevas tecnologías para exploración geológica, entraron en una fase de crisis latente. La escalada de tensión entre Moscú y Bruselas a raíz de la guerra de agosto pasado en Georgia reanimó los debates sobre la necesidad de poner fin a las transacciones bilaterales y limitar los contactos políticos.
Van cobrando influencia en Europa las propuestas de promover tuberías al margen de Rusia, construir depósitos del gas licuado, integrar a las empresas generadoras de energía y liberalizar el mercado energético.
Durante el período de los altos precios petroleros, Rusia fue incapaz de crear infraestructuras de transporte y suficientes reservas de hidrocarburos para trabajar en mercados de venta alternativos. El atraso tecnológico e infraestructural es otro factor que pone en peligro su posicionamiento de "superpotencia energética".
El comercio mundial del gas pasa poco a poco de las tuberías tradicionales a las entregas del producto licuado que se transporta por vía marítima. El gas natural licuado (GNL) ya representa más del 25% en las ventas globales de este hidrocarburo y su demanda, según los datos de Royal Dutch Shell, crece a un ritmo anual del 7-10% frente al 2-3% que se registra en el segmento convencional. La apuesta de Gazprom por las tuberías, más caras a la hora del mantenimiento y vulnerables ante el agotamiento de reservas, otra vez marca "un camino especial" para Rusia y puede conducirla a un callejón sin salida en plano tecnológico y político.
La avalancha de petrodólares que cayó sobre Rusia en los últimos años condenó al fracaso cualquier intento de introducir eficientes tecnologías del ahorro energético en este país. El consumo de energía por unidad de producto acabado en Rusia es 4-6 veces superior al del promedio europeo.
Claro que el destronamiento de la "superpotencia energética" no se producirá de la noche a la mañana pero sí la crisis económica mundial plante ante Rusia una agenda singular cuyo incumplimiento podría resultar fatal, concluye la articulista.
