Moscú no desea más confrontación con Occidente. Nezavisimaya Gazeta

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El Kremlin no tiene intenciones de agravar la confrontación con Occidente ni con Estados Unidos en particular. Según fuentes en el Gabinete de la Presidencia, pronto será aprobada una serie de medidas para mejorar esas relaciones y promover el diálogo con los principales socios occidentales, escribe hoy el prestigioso diario ruso Nezavisimaya Gazeta.

El presidente ruso Dmitri Medvédev decidió relajar la tensión al notar que fue bastante moderada la reacción de Occidente a la decisión de Moscú de reconocer a las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur. El hecho de que no hubo intentos de imponer sanciones reales a Rusia significa que los políticos occidentales, pese a su retórica belicosa, no quieren enemistarse con Rusia a raíz de su conflicto con Georgia.

También ha tenido que ver la crisis financiera. La economía rusa ya es parte de la economía mundial y resultará más difícil vencer la crisis si dejar a Rusia aislada.

También se supo que el jefe del Kremlin ha trazado una "línea roja" que no se podrá cruzar bajo ningunas circunstancias. Se trata, por ejemplo, de que Rusia ya no revisará su decisión sobre Abjasia y Osetia del Sur ni renunciará a emplazar bases militares en el territorio de esos dos nuevos Estados.

Al mismo tiempo, el Kremlin podría hacer mejorar el destino de varios ciudadanos rusos considerados presos políticos en Occidente. Así como lo ha hecho el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko. Verdad es que muchos dudan que las autoridades rusas se muestren indulgentes hacia Mijaíl Jodorkovski, ex presidente de la petrolera "Yukos" encarcelado por evasión fiscal.

También es real la liberalización de las condiciones de participación de grandes corporaciones transnacionales en proyectos estratégicos rusos relacionados con recursos minerales. Además, el Kremlin podría ofrecer como "plato fuerte" determinados cambios en la plantilla. El hecho es que hay funcionarios que irritan bastante a Washington y podrían quedar relegados a un segundo plano. Es el caso, por ejemplo, del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, convertido hoy en un  símbolo vivo de la confrontación entre Rusia y Occidente.

Sea como fuere, el presidente Medvédev está buscando una solución que permita hacer las paces estratégicas con el mundo occidental sin necesidad de hacer concesiones geopolíticas. Si lo consigue, se podrá hablar del inicio de una nueva época en la política exterior de Rusia. Una época en que la asociación constructiva con Occidente será una amistad "entre iguales", y no unas relaciones entre un jefe todopoderoso y un tímido subordinado.

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