La Armada rusa no está en condiciones de luchar contra la piratería marítima, afirma en su editorial Nezavisimaya Gazeta al comentar las declaraciones hechas el domingo por Igor Dygalo, portavoz de esta institución, tras la captura del remolcador ruso "Svitser Korsakov" cerca de Somalia.
"La multiplicación de ataques piratas contra buques rusos y extranjeros demuestra lo correcta que es la línea (...) encaminada a restablecer la presencia de buques de guerra rusos en todas las regiones del Océano Mundial, especialmente, en las zonas de intensa navegación y pesca", dijo Dygalo.
Los portaaviones, cruceros, cazas embarcados, grandes buques antisubmarinos y portamisiles estratégicos son herramientas poco adecuadas para repeler ataques veloces y repentinos por parte de piratas malayos o somalíes, escribe el periódico. Lo que se requiere son buques de alta velocidad, provistos de motores más fuertes, por ejemplo, hidroalas o aerodeslizadores dotados de armas ligeras, rápidas y eficiente, así como visores nocturnos, radares, sistemas de reconocimiento, información, control y asignación de blancos. Hace tiempo que la Armada rusa no recibe hidroalas y aerodeslizadores, lo mismo que modernos sistemas de combate.
Otra interrogante es dónde se van a quedar todos estos barcos cuando no estén patrullando las aguas del estrecho de Malaca o Bab el Mandeb. Rusia no tiene zonas ni planea crear bases navales en estas regiones.
También será problemático identificar a un buque como ruso en zonas peligrosas para navegación. Hacerlo por el nombre resulta difícil porque muchos barcos usan hoy banderas de conveniencia. ¿Debería protegerlos la Marina rusa? Y en caso de que sí ¿a expensas de quién?
Es probable que el portavoz de la Armada haya mencionado la necesidad de presencia permanente en el Océano Mundial con la esperanza de que el Estado asigne a dicha institución tanto dinero cuanto pida. De lo contrario, no cabe hablar siquiera de la lucha contra piratería marítima.
