Cacahuate: vocablo que suena a México

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México, PL, para RIA Novosti. Por Félix Albisu.- La palabra cacahuate nos transporta a México, como ocurre también con otros vocablos que forman parte de la identidad nacional; así sucede con los términos mariachi, tequila, tacos y su génesis azteca o maya.

Cacahuate es un vocablo de origen náhuatl. Identifica a la planta que produce sus frutos, de secas semillas, engendradas bajo tierra y que en sus orígenes se nombró como tlácacahuatl, cuyo significado es "cacao de la tierra".

 

El sabroso cacahuate, que nunca falta en las cantinas mexicanas -y de buena parte del mundo- para acompañar al tequila o a otras bebidas alcohólicas, comparte su identidad con el vocablo maní, que proviene de la tribus taínas, asentadas en las islas del Caribe hasta su exterminación.

 

De acuerdo con los estudiosos del tema, el cacahuete -como se le llama en España- es de origen americano y se cultiva desde hace cuatro mil o cinco mil años.

 

A su llegada a Tenochtitlan, los ibéricos lo encontraron ya como un producto de extendido consumo y fueron quienes lo llevaron en sus bergantines, en el siglo XVI, a Europa y el resto del mundo.

 

Otras hipótesis manejadas por los historiadores es que constituye un cultivo de épocas inmemorables en la India, hoy junto con China ubicada entre los principales países productores, consumidores y exportadores mundiales.

 

Además de botana, como le denominan a este tipo de golosina en México, su forma de consumo más generalizada a nivel internacional, el cacahuate se usa tradicionalmente en la India para producir aceites y mantequilla de amplio consumo.

 

Su planta se cultiva en México en mayo y la cosecha se recolecta a finales del otoño. La producción general es de 130 mil toneladas y abarca 26 de los 31 estados de toda la república. El área de cultivo de la planta es, a nivel nacional, de 90 mil hectáreas.

 

Oaxaca, Puebla, Chihuahua, Sinaloa, Chiapas y Guerrero son los estados punteros de la producción de cacahuates, con un 80 por ciento de su total.

 

Antes de que llegara el fantasma del campesinado mexicano en los años 80 del siglo pasado, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Washington, el cacahuate gozaba de cierto florecimiento en cuanto a jugosas exportaciones y en el consumo nacional.

 

Pero la super productividad norteamericana, que obtiene dos toneladas por hectárea, y la monumental producción china con rendimientos de 1,8 o 1,9 por hectárea, tiene en crisis a los productores nacionales, debido a que se le derrumbó el precio en el mercado nacional.

 

Solo las exportaciones de cacahuates chinos a México, de acuerdo con datos aportados por el Senado de la República, crecieron 14 veces desde los años 90 del siglo XX hasta el inicio de esta centuria.

 

Con un rendimiento de 0,5 toneladas por hectárea -como también ocurre en Brasil, Tailandia, Suráfrica y Myanmar-, México enfrentó en temporadas recientes una fuerte depreciación de sus cosechas y el almacenamiento sin salida del producto.

 

En un mercado mundial regulado y donde la concurrencia asciende a solo un seis por ciento de la producción orbital, con un valor de mil millones de dólares, México se ha quedado fuera del pastel por sus bajos rendimientos y la calidad de su maní, más costos productivos poco competitivos.

 

Argentina, junto a la proliferación de las cosechas afro-asiáticas, ha sido otro factor de desplazamiento para México, debido a que hoy Buenos Aires es el principal proveedor mundial de maní de alta calidad, con su impetuoso desarrollo de infraestructuras de punta en tratamiento y secado.

 

El mercado de Peanut World, de Rótterdam, paga hoy mil 500 dólares por la tonelada de cacahuate y mil 600 por la tonelada de su aceite; allí hay que concurrir con el denominado maní runner de alta calidad, que sí logra ofrecer Argentina, pero no México.

 

El cacahuate (Arachis hypogacea), que en algunos países se cosecha alternativamente con vistas a oxigenar el terreno dedicado a productos tradicionales, como hace Vietnam con sus tierras para las plantaciones de arroz, no cuenta en México con los mejores terrenos.

 

Aquí los suelos limo-arenosos son poco aptos para cultivos cíclicos como es el caso del cacahuate, aunque es la única opción de ingresos para numerosas familias campesinas de muy bajos recursos, que no cuentan con regadíos estables, recursos fitosanitarios necesarios y semillas apropiadas.

 

Un experto del sector agropecuario nacional sostuvo recientemente que las incongruencias entre políticas comerciales y del desarrollo agrícola, ha restringido en general los incentivos a los denominados productos sensibles del campo, como son granos y oleaginosas.

 

El campesinado entonces tiende a refugiarse en la cosecha de maíz blanco, que de alguna manera siempre le proporciona cierta válvula de escape, por la alta demanda nacional de 100 millones de consumidores, no obstante la fuerte presión del mercado norteamericano.

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