Los rumores de que Serguei Ivanov será designado primer ministro de Rusia se van multiplicando en el Kremlin, dentro del Gobierno y en la comunidad empresarial.
El nombramiento podría producirse en un futuro inmediato, afirmó el martes una fuente próxima a la Administración de Vladímir Putin. Es un asunto prácticamente decidido, dijo el funcionario. Según esta fuente, las posiciones de Serguei Ivanov se van reforzando desde mediados de verano y mucha gente apuesta ahora por él: es mayor que Dmitri Medvédev, otro vicepresidente primero del Gobierno ruso, y más preparado para asumir la jefatura del Gabinete.
El propio Medvédev, preguntado el otro día por los próximos cambios en la cúpula, bromeó que "cualquier Gobierno en cualquier punto del planeta se siente amenazado todos los días". "Estamos a la espera", agregó.
Desde verano, el mandatario ruso se deja ver en compañía de Ivanov mucho más que con Medvédev. Putin e Ivanov comparten el espacio mediático con una frecuencia que es en el 50% superior a la de las menciones de Putin y Medvédev, según el cálculo realizado por la empresa Medialogia.
La influencia de Ivanov es ahora mucho más visible que la de Medvédev debido a la creación de corporaciones públicas en los sectores de aeronáutica, construcciones navales y nanotecnologías, constata Yevgueni Gavrilenkov, experto de Troika-Dialogue.
Otra fuente próxima al Kremlin opina que el ascenso de Ivanov al cargo de primer ministro no es más que uno de los guiones hipotéticos, y los rumores que circulan al respecto suponen, tal vez, el intento de mentalizar a la opinión pública a la idea de que va a ocupar en el futuro una posición clave. El politólogo Dmitri Badovski objeta a ello diciendo que Putin no permite filtraciones, así que los rumores son, probablemente, resultado de las pugnas bajo alfombra por la jefatura del Gobierno.
El "capitalismo controlado" que se va construyendo en Rusia depende muchísimo de los rumores, constata el periódico Vedomosti. Un empresario que aspira a integrarse en el sistema tiene que hacer conjeturas para entender dónde, cuándo y qué clase de activos podría comprar el Estado, y en qué medida tales transacciones se verían influidas por algunos ceses o nombramientos que uno también quisiera pronosticar. Por tanto, los funcionarios y los ejecutivos de empresas públicas quedan simplemente paralizados a la espera de que un rumor se haga realidad.
