Ingushetia sigue siendo el principal foco de inestabilidad en el Cáucaso ruso a pesar de que el Centro federal mandó a esta república más de 2.000 efectivos de las tropas del Interior.
"La experiencia de estos últimos años demuestra que muchas veces hay abusos o un uso desmesurado de la fuerza cuando los militares aplican las llamadas medidas preventivas", opina Kamil Maguíshev, dirigente de la ONG Svobodnoye Slovo (Libertad de Palabra). Estas acciones, según el defensor de derechos humanos, "hacen el juego a los provocadores" que inspiraron los recientes asesinatos de dos maestras rusas y una doctora rusa en Ingushetia. "La gente que ha sufrido por culpa de los militares suele engrosar las filas de la guerrilla, así que resultan igualmente explosivas en el caso de Ingushetia tanto el homicidio de mujeres inocentes como las burdas operaciones de limpieza", señala él.
"El Gobierno ingush asegura que mantiene la situación bajo control pero, en realidad, es otro rehén de las circunstancias", al decir de Maguíshev.
Alexei Malashenko, de la Fundación Carnegie de Moscú, piensa que la situación actual es resultado de la convergencia de varios factores: "Primero, hay relaciones complicadas dentro de la sociedad ingush, dentro de la cual existen diversos clanes. Conste que Murat Ziázikov (Nota: presidente de Ingushetia) se apoya en aquéllos menos que en Moscú y es poco popular en su república... En segundo lugar, los islamistas y otra gente de la misma laya se asentó en Ingushetia justamente porque el poder local no es muy fuerte. Y, tercero, tengo la impresión de que hay cierto entendimiento, cuando no un acuerdo, entre estos islamistas y los sectores descontentos con Ziázikov. Probablemente, se sienten más confiados gracias a esta circunstancia".
"Tanto Chechenia como Ingushetia son más o menos iguales en cuanto a la inestabilidad", piensa Oleg Kulikov, un alto cargo del Partido Comunista de Rusia (KPRF). "Todas las repúblicas del Cáucaso del Norte presentan aproximadamente los mismos niveles de fundamentalismo, y es un factor controlado desde el exterior. El Gobierno federal reparó finalmente en Ingushetia pero lo hizo con cierto retraso porque las autoridades locales se habían empeñado en tranquilizarlo durante mucho tiempo jurando que controlan la situación. Resultó que no lo hacen en el grado suficiente".
El diputado parlamentario Frantz Klintsévich, del partido oficialista Rusia Unida, comparte esta visión: "En Chechenia hay un orden bastante férreo y es más difícil organizar atentados terroristas debido a la gran concentración de fuerzas y recursos. Desde principios de la década del 90, los guerrilleros usaron a Ingushetia como base para retraerse y lamer las heridas, sin hacer intentos por actuar en su territorio. Ahora que Ziázikov ha procurado poner orden, hay brotes de resistencia lógicamente. También están los "amigos extranjeros", a quienes nunca les faltarán recursos ni personas para crear semejantes focos de tensión. Tal y como es la vida aquí, siempre habrá gente dispuesta a cobrar dinero por las matanzas".
