Borís Berezovski llamó otra vez a derrocar "el régimen autoritario de Putin" y a reinstaurar la democracia en Rusia. Occidente debería presionar sobre el Kremlin para que vuelva a una forma del Gobierno acorde "a la letra y al espíritu de la Constitución rusa", afirma el empresario prófugo en un artículo publicado en The Sunday Times.
Berezovski sugiere que Occidente declare "inconstitucional" al actual régimen ruso y "presione sobre las instituciones del poder" usando para ello las formas más variadas, "incluida una sublevación en la fase final".
Tras una lectura breve, el nuevo "evangelio según Berezovski" parece una antología de necedades políticas exquisitamente redactadas. ¿Se cree realmente el autor que las tretas del Kremlin son lo único que impide a los árabes y a los judíos hacer las paces? ¿Puede alguien repetir en serio su tesis de que la desastrosa guerra en Irak también es consecuencia del régimen putiniano?
Ahora bien, no hagamos de Berezovski un idiota. Su nuevo artículo, como suele ocurrir, esconde un astuto plan estratégico. Que parezca irrisorio a los rusos, no importa en este caso porque no son la audiencia objetiva de la obra publicada en The Sunday Times.
A lo largo de su prolongado exilio londinense, Berezovski ha guardado la convicción de que el destino le depara el papel de "sepulturero del régimen putiniano". El tiempo pasa, el magnate fugitivo sigue tramando una intriga tras otra pero el "régimen maldito" se mantiene en pie. En el fondo, Berezovski debe de haber asumido ya que su anterior estrategia fue un fracaso.
Pero Berezovski no sería Berezovski, si tirase la toalla. Ha tardado muy poco en generar una estrategia distinta cuyo contenido podría resumirse en una sola frase: si no he podido yo derrocar a Putin, que lo haga por mí Occidente. Recordemos que un ciudadano medio de Occidente, e incluso un político medio, tienen nociones bastante vagas acerca de la realidad rusa.
