Los alcaldes de 31 ciudades checas han formado una asociación para conseguir que el Gobierno anule la decisión de construir cerca de Misov un radar estadounidense.
La "Asociación Antiradar" agrupa a los jefes de localidades más próximas a la futura base de defensa antimisil (DAM) y no ha precisado hasta la fecha el contenido de sus demandas en relación con el Gobierno central. Se supone que los alcaldes exigirán del presidente Vaclav Klaus y del primer ministro Miroslav Topolanek una serie de compensaciones. Buena manera de sacar algún beneficio de los planes de Praga, impugnados por la mayoría de los checos.
La pregunta es de dónde sacar el dinero. Los contribuyentes difícilmente aceptarían costear las compensaciones, así que el presidente y el primer ministro se exponen al riego de una catástrofe política, si deciden usar las arcas del Tesoro. La alternativa que les queda es Washington. Vaclav Klaus ya insinuó que EEUU tendrá que "tomar en cuente la postura de la población checa, dos tercios de la cual se oponen a la instalación de elementos del sistema DAM". Otra condición que pone Praga es tener acceso a la información del futuro radar. Si lo tiene Gran Bretaña, no hay por qué aplicar un rasero distinto a República Checa.
También está pendiente otro asunto: la fecha, incluso tentativa, en que empezará la construcción del radar. El viceministro checo de Defensa, Martin Bartak, dio a entender que Praga se abstendrá de dar pasos radicales en lo que queda de este año.
Entretanto, Moscú se empeña en abortar o, al menos, retrasar la aparición del sistema DAM en la Europa del Este. El jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, general Yuri Baluievski, se reunión con Bartak la semana pasada y le sugirió esperar el desenlace de las elecciones presidenciales en EEUU. Es probable que las ganen los demócratas, críticos con las iniciativas de George W. Bush.
Rusia no es la única que rechaza el plan estadounidense. El ministro austriaco de Defensa, Norbert Darabos, calificó el despliegue del escudo antimisil en la Europa del Este como provocación que reviva las polémicas inútiles de la Guerra Fría.
Los polacos tampoco parecen entusiasmados con la eventual presencia de antimisiles estadounidenses en su territorio. De acuerdo con las encuestas más recientes, el 56% de la población desaprueba la construcción de una base antimisil en Polonia.
