Pasados 20 años después de terminada la Guerra Fría, la carrera armamentista ha vuelto a convertirse en uno de los instrumentos de la política internacional, con tanta más razón que en un negocio tan lucrativo como lo es el comercio de armas hasta ahora no se han adoptado reglas de juego comunes.
Según reza el informe presentado por el Instituto de Estudios de Problemas de la Paz (Estocolmo, SIPRI), en 2006, Rusia y EEUU pasaron a ser líderes mundiales en exportaciones de armamento. Al propio tiempo, los autores destacan que los éxitos de Rusia se deben íntegramente al uso de los trabajos I+D realizados en la época de la URSS.
Según comentó a Nezavisimaya Gaceta Anatoli Tsyganok, jefe del Centro de Pronósticos Militares (Rusia), Rusia tiene posiciones sólidas en África (Argelia es el principal comprador del armamento ruso), en Oriente Próximo, en Asia y América Latina. "Los negocios de Rusia prosperan gracias en buena medida a los vínculos establecidos todavía en la época soviética. Es cierto que la infraestructura de la industria de Defensa se encuentra en un estado deplorable. Rusia dispone de mucho dinero, pero no lo invertimos en diseñar modelos conceptualmente nuevos sino que estamos modernizando los viejos", lamentó el experto.
Ello no obstante, ejecutivos de la Agencia Federal Exportadora de Armas Rosoboronexport no comparte este punto de vista. Rusia ocupa posiciones dominantes en el mercado mundial de armas gracias, en primer lugar, a que reacciona hábil y diligentemente a los cambios operados en la coyuntura del mercado, a la ampliación de la geografía y la nomenclatura de los suministros. Por ejemplo, ha crecido notablemente la proporción del material naval, de los medios de defensa aérea. Las exportaciones de armas de tiro aumentaron en el 150%.
Desde finales de los años 80, en el mercado de armamentos prevalecen intereses financieros por excelencia. Ello no obstante, la política ejerce su influencia sobre la demanda y la oferta: la inestabilidad en una región dada, diferendo territorial, cambios en la política exterior de Estados o conflictos militares entre ellos. Resulta que los mayores exportadores de armamento se ven obligados a invertir cada vez más en el fomento de sus Industrias de Guerra, controlando en cada vez menor grado los mercados de venta. Estamos presenciando una nueva dimensión de la carrera armamentista.
Hoy, los medios de comunicación mundiales están imponiendo porfiadamente la tesis de una reedición de la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos. No importa lo que digan los políticos a ambos lados del Atlántico, los hechos son tozudos: las relaciones entre Occidente y Rusia no dejan de empeorar. Se asiste a un círculo vicioso. El reparto de los mercados y una nueva carrera de armamentos alteran la esencia misma de las relaciones internacionales configuradas en los últimos quince años.
