El 34% de los rusos piensa que el perfil del poder y las decisiones que pueda tomar en el futuro no dependen de la voluntad expresada en las urnas, según demuestra una encuesta realizada por el Centro VTsIOM. La opinión unánime de los expertos es que la apatía electoral es resultado de la falta de competencia real en la política rusa.
A lo largo de la última década, cada cinco electoral en Rusia ha tenido elementos de intriga y antagonismo, recuerda Valeri Jomiakov, director del Centro de estrategia nacional. El papel de "enemigos del régimen" en las elecciones de 1996 les tocó a los comunistas y a los nacionalistas radicales; cuatro años más tarde, a los caudillos regionales; y en 2004, a los oligarcas conspiradores. El repertorio de adversarios potenciales ya parece agotado, y es hora de buscar a un enemigo nuevo, por ejemplo, luchar contra la corrupción a todos los niveles. Si esta campaña tiene éxito, el interés hacia los comicios irá creciendo, opina el analista.
Alexei Makarkin, del Centro de tecnologías políticas, piensa que la decepción ante el proceso electoral es, en realidad, muy superior al 34%. En la mayoría de los casos, el nombre del ganador se sabe de antemano. Por ahora, no hay intriga alguna en torno a los comicios presidenciales de 2008. Las conversaciones sobre el futuro sucesor de Putin interesan únicamente al estamento político, mientras que los ciudadanos de a pie están dispuestos a avalar cualquier candidatura que proponga el actual jefe de Estado.
Los electores van perdiendo la impresión de que su voto puede influir de alguna manera en el futuro, considera Makarkin. No es más que una manifestación del desengaño con la política en general. La gente no ve a nadie que refleje sus intereses, necesidades y aspiraciones. Esta apatía electoral podría transformarse en voces de protesta, si se produce un deterioro drástico de la situación económica y social, o en caso de que se perfile alguna alternativa viable a los actuales inquilinos del Olimpo político, pero, de momento, no se vislumbra tal.
