Sería poco justificado afirmar que Rusia se propone usar hidrocarburos en calidad de arma, escribe Konstantín Símonov, director de la Fundación rusa por la seguridad energética.
Si el tema de la energía se va trasladando al terreno de la política, es por culpa de la UE cuya exigencia de limitar la presencia rusa en el mercado europeo de la energía se sustenta únicamente en razones políticas, señala el articulista.
Dicen que en Rusia se está creando un régimen autoritario cuya única ilusión es hacerle mal a Europa. ¡Ridículo! Pensar que Rusia quiera gastar su dinero en la construcción del gasoducto en el fondo del Mar Báltico solamente porque sería capaz de cerrar un día, con sonrisa maligna, la llave del gas. Ni siquiera durante la Guerra Fría Moscú usó la exportación de energía como argumento político pero nadie se acuerda de esa circunstancia.
Con todo, la postura de Europa respecto a este tema es menos consolidada de lo que parece. A diferencia de los eurócratas de Bruselas, las corporaciones energéticas del continente tienen una visión más realista y admiten que, sin Rusia, no habrá suministros estables del gas para el mercado europeo. Los que tienen miedo a la dependencia energética con respecto a Rusia, tienen como alternativa única a Irán.
Por mucho que se insista en la diversificación de proveedores, cualquier persona familiarizada con la estructura global de reservas de hidrocarburos entiende que el Asia Central y el África jamás podrán sustituir a Rusia.
Las empresas europeas del sector energético sueñan con participar, aunque sea en calidad de accionistas minoritarios, en el desarrollo de los yacimientos situados en el territorio de Rusia. Y mientras en Europa continúa la histeria sobre el "caso Yukos", estas corporaciones adquieren con mucho gusto los antiguos activos de la petrolera quebrada. La prensa europea grita a voz en cuello sobre la compra de bienes robados pero el grupo Eni opta por la adquisición de Arcticgaz y Urengoil. Los italianos se dan cuenta de que en el mundo contemporáneo es necesario asegurarse por todos los medios el acceso a las reservas del gas. Porque la energía solar barata y los coches que usan jugo de remolacha en lugar de combustible no son más que frutos de la imaginación salvaje.
