La crisis política de turno en Ucrania, en vez de asustar a las petroleras rusas, las empuja hacia una expansión más activa hacia este mercado.
Mientras de Kíev iban llegando noticias alarmantes, el director ejecutivo de
TNK-BP anunció el martes que su empresa pretende realizar en los próximos cuatro años una inversión de casi 400 millones de dólares en el desarrollo de las instalaciones productivas y la red de distribución en Ucrania.
Otra petrolera rusa, Lukoil, también señaló ayer que Ucrania es un mercado atractivo y prometedor.
Un 90 por 100 del crudo importado por Ucrania procede de empresas rusas que también controlan las dos terceras partes del mercado local de los derivados del petróleo. En Ucrania hay seis refinerías, de las cuales cuatro pertenecen a corporaciones rusas: Lukoil, TNK-BP, Tatneft y Alliance.
Todas estas entidades reiteraron ayer, casi al unísono, la intención de seguir trabajando en Ucrania.
Las petroleras rusas ya saben trabajar con cualquier Gobierno que esté en el poder en Ucrania. "En lo que respecta al suministro del crudo, Ucrania depende de Rusia enteramente, a diferencia de lo que ocurre en el sector del gas, donde hay cierta interdependencia porqué el gas ruso se exporta a través del territorio ucraniano", constata Konstantín Batunin, analista de Alfa-Bank. "Cualquiera que sea el desenlace del actual conflicto, e independientemente de quiénes suban al poder en Ucrania, se verán obligados a comprar el petróleo ruso", concluye él.
