Los máximos dirigentes de Polonia y la República Checa pusieron en una situación embarazosa tanto a otros líderes de la UE, como Rusia y a sus propios habitantes, al decidir emplazar sistemas de defensa antibalística de EEUU y divulgar de golpe y porrazo un secreto que la OTAN guardaba celosamente: el principal blanco de la defensa antibalística no son los países gamberros ni terroristas.
Tras el discurso pronunciado por el presidente ruso en Munich, el ministro de Asuntos Exteriores de la República Checa, Karel Schwarzenberg, comentó: semejante reacción de Moscú precisamente explica la ampliación de la alianza hacia el Este. El primer ministro Lech Kaczynski expresó con una franqueza todavía mayor: la defensa antibalística norteamericana ayudará a Polonia a salir de la esfera de influencia de Rusia. Este político ha elegido un método bastante singular de deshacerse de la influencia de Rusia que, naturalmente, manifestó que se vería obligada a reorientar parte de sus misiles a los nuevos objetivos que afectan su seguridad.
Los motivos por los que se rige la República Checa no están claros. Por lo que a Polonia se refiere, todo es más o menos evidente. La cúpula dirigente cuyos intereses exponen los hermanos Kaczynski, no ve su tarea en deshacerse de la fastidiosa influencia del gran vecino del Este. Por acuerdo mutuo y para la satisfacción de ambas partes esto se hizo hace ya mucho. Por paradójico que pueda parecer, la tarea consiste más bien en convertir a Rusia en objeto de influencia e intereses de Polonia.
A ello se deben los intentos de Varsovia por poner bajo su control la política oriental de la Unión Europea, conferirle una tonalidad confrontacionista. A esta misma finalidad obedecen trabas que se ponían al proyecto del gasoducto noreuropeo (este gasoducto habría sido innecesario, si Polonia hubiera dado muestras de ser un socio de fiar) y la creación de una OTAN energética.
Es comprensible asimismo el activismo en los tramos ucraniano y bielorruso. En medio de enfrentamiento a Moscú se olvidan las antiguas disputas con los nacionalistas ucranios. A esa misma finalidad obedecen los intentos de imponerle a Rusia las reglas de comercio con Polonia y de atraer a los mayores países europeos a la solución de los problemas económicos bilaterales.
También es ilustrativa una ostensible asociación militar con EEUU como penalidad a Europa por una insuficiente disposición de combate y rigidez respecto a Rusia. Nosotros mismos, insinúan los dirigentes polacos, abordaremos los problemas de seguridad tal como los enfocamos, mientras Ustedes en Bruselas están deliberando sobre Irán, Corea del Norte y los terroristas.
Dadas estas circunstancias, carece de sentido discutir el problema con Praga y Varsovia. Ya que sus mandatarios no se dan cuenta de que sus complejos históricos y componendas por separados con Washington están destruyendo la actual estructura de seguridad en Europa, este asunto debe ser de incumbencia exclusiva de la propia Europa, sostiene Konstantín Kosachov, presidente del comité para política internacional en la Duma de Estado (cámara baja del parlamento ruso).
