A lo largo de la jornada del miércoles, la población rusa se mantuvo a la espera de posibles atentados terroristas en la red del transporte terrestre y subterráneo. Fue Nikolai Patrushev, responsable del Servicio Federal de Seguridad y jefe del Comité Nacional Antiterrorista (CNA), quien había dado la respectiva voz de alarma ordenando poner en alerta los dispositivos de seguridad en toda Rusia y sugiriendo a los ciudadanos estar con el ojo avizor. Para neutralizar las eventuales acciones subversivas, se decidió incluso suspender el servicio de telefonía móvil en el Metro de Moscú.
El motivo para este despliegue sin precedentes de los dispositivos de seguridad era cierta información que el CNA había recibido de sus colegas en el extranjero. Los representantes de las agencias implicadas se negaron a detallar el contenido de este aviso pero más tarde se supo que se hacía referencia a cierto comando o hasta varios grupos terroristas que tenían casi 60 kilos de explosivos y pensaban organizar el 17 de enero atentados en el metro o la red del transporte municipal de una o varias ciudades rusas: Moscú, San Petersburgo, Ekaterimburgo y Novosibirsk. A eso aludía una circular operativa que el CNA distribuyó ayer entre las estructuras del Interior de las ciudades más importantes del país.
Es probable que no hubiera aviso alguno por parte de colegas extranjeros. La alarma fue decretada poco después de que en el aeropuerto de Oremburgo se había recibido una amenaza anónima de explosión. En la noche de martes, los servicios de seguridad reforzaron la custodia de esa terminal aérea, así como el control de los pasajeros y su equipaje, pero el aeropuerto continuó trabajando como siempre y no retrasó un solo vuelo.
Los cuerpos de seguridad nacionales parecen haber acogido muy en serio esa amenaza anónima y decidieron tomar precauciones extremas en las demás ciudades grandes del país. Especialmente, porque la víspera se habían escuchado algunas declaraciones triunfalistas sobre la derrota definitiva de la guerrilla en Chechenia, y los insurgentes suelen responder con nuevos atentados a este tipo de propaganda.
Anoche, el portavoz del CNA admitió que la información suministrada desde el extranjero no llegaba a confirmarse, agradeció a los ciudadanos por su cooperación y señaló que las precauciones tomadas permitieron ‘minimizar el peligro de atentados terroristas', tras lo cual se hizo claro que todo aquello había sido simplemente un simulacro con la participación de toda la sociedad rusa.
