La compañía ABBYY, uno de los mayores exportadores rusos del software, se ha propuesto conquistar para el año 2010 una cuota del 20% en el mercado global de los diccionarios y programas de traducción electrónicos, que habrá aumentado hacia estas fechas de 300 a 1.000 millones de dólares. Para lograr este objetivo, ABBYY quiere colaborar con los fabricantes de ordenadores y smartphones y está cooperando ya con la finlandesa Nokia en los países postsoviéticos.
Durante la promoción mundial de su programa Fine Reader, en 1998, ABBYY llegó a un acuerdo con los mayores productores de escáneres, tales como Acer, Epson, Umax y Genius, gracias a lo cual consiguió elevar las ventas a más de 14 millones de copias anuales. A día de hoy, más de la mitad de los escáneres en el planeta trabajan con el Fine Reader, sostiene el director general de ABBYY Russia Grigory Lipich.
Con todo, algunos expertos rusos dudan de que el ambicioso plan de ABBYY sea viable. El mercado occidental de los traductores electrónicos es conservador, se destaca por un alto nivel de competencia y está controlado por empresas que tienen larga experiencia e inspiran confianza a los consumidores locales, así que será difícil para una empresa principiante, de procedencia rusa, obtener allí buenos resultados. Igual de problemáticas parecen las perspectivas del negocio de diccionarios electrónicos. En un momento determinado, Siemens decidió instalarlos en sus teléfonos móviles pero resultó que eran usados solamente por el uno por ciento de los consumidores. Ello significa que ABBYY y sus socios tendrán que explicarle primero a la gente para qué se necesitan tales programas y cómo usarlos.
