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LA CUMBRE DE SHANGHAI: TODO UN EXITO

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Dmitri Kósyrev, RIA Novosti. La Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebrada en la urbe que dio su nombre a esa asociación regional, ha sido una sorpresa a quienes desconocen el auténtico objetivo de su existencia.

Dmitri Kósyrev, RIA Novosti. La Cumbre de la Organización de Cooperación de  Shanghai (OCS) celebrada en la urbe que dio su nombre a esa asociación regional, ha sido una sorpresa a quienes desconocen el auténtico objetivo de su existencia.

La OCS fue creada como instrumento encargado de contribuir al desarrollo de la región centroasiática, y todas sus actividades en materia de seguridad, economía y esfera humanitaria sirven a ese objetivo.

Precisamente así habrá de ser interpretado, por ejemplo, el acuerdo firmado esta vez, como colofón a la Cumbre, sobre el reglamento de la Organización y las actividades antiterroristas conjuntas en territorio de los Estados agrupados en la OCS, y sobre la cooperación orientada a descubrir y atajar los canales de infiltración   de terroristas, extremistas y separatistas en territorio de sus Estados-miembros. También fueron aprobados otros documentos, incluida la Declaración sobre el Quinquenio de la OCS. Todos ellos son componentes de la estabilidad necesarios para asegurar el desarrollo tanto de los países centroasiáticos (Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán), como de otros dos miembros de la Asociación: Rusia y China que consideran la región como zona de sus intereses vitales.

Además, la OCS no  busca desplazar a nadie de esta área, sea EE.UU., la UE o alguien más. Todo lo contrario. Este organismo tiene por misión crear el clima de estabilidad que permita pronosticar el desarrollo económico y sirva a los intereses de quienes están dispuestos a invertir recursos en el Asia Central. Así ha de ser interpretada la Declaración sobre la seguridad  internacional en materia de información, la cual, con respecto al Asia Central, se limita a dos palabras sencillas: no mentir. En efecto, la región exige importantes inversiones en su infraestructura, al ser ignorada durante largo tiempo por los inversionistas; parte de su población vive en pobreza y se deberá dedicar especial atención, durante un período duradero, a las amenazas de extremismo o separatismo. Pero, al mismo tiempo, el Asia Central es una de pocas regiones subdesarrolladas del mundo que promete éxito a los inversionistas dotados de razón y paciencia.

La tonalidad económica ya comienza a prevalecer en las labores de la OCS. A este respecto, merecen atención  las firmas estampadas al pie del protocolo sobre los resultados de la reunión constituyente del Consejo de Negocios de la OCS y el programa de acciones en apoyo a la cooperación económica regional entre los bancos-miembros de la Asociación Interbancaria creada en el marco de este organismo internacional.             

También sería mejor abordar con esta óptica económica la decisión de cooperar en materia de la educación.

Y, desde el mismo punto de vista, conviene interpretar las polémicas de sumo interés en torno a los consocios de la OCS. La Organización se propone mantener cooperación más eficiente con los Estados -observadores: la India, Pakistán, Irán y Mongolia, dijo el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en rueda de prensa en Shangai. A renglón seguido, el mandatario ruso manifestó algo muy significativo: mantener cooperación “con hechos prácticos”. Los países de la OCS proponen  cooperar con Afganistán y ya está formado el grupo de contacto con éste, agregó el presidente.

“Hechos prácticos” significan que los consocios de la OCS cooperan con esta y seguirán manteniendo relaciones económicas con sus  integrantes, lo que, al fin de cuentas,  conducirá, si es necesario, a su plena integración en la OCS. Está claro que, en primer lugar, se trata de  los Estados situados en esta parte de Asia, pero nadie impide ingreso de  otros Estados en la Organización.

Fue muy interesante observar la conducta en la Cumbre de su “astro”: el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. Ante los reunidos apareció un Ahmadineyad nuevo, apenas conocido, quien propuso a los países de la OCS intensificar esfuerzos en la esfera de energía y, a estos efectos, realizar en Irán una conferencia de los ministros de Energía de la misma. Se refirió, además, a mantener cooperación en materia del transporte y transporte en tránsito,  a crear zonas de libre comercio y realizar inversiones conjuntas. Los reunidos vieron en persona de Irán un participante responsable de la cooperación regional, un consocio deseable. Tal vez esto haya sido el principal éxito del líder iraní en el proscenio internacional.

Muchos comentarios mereció la decisión del primer ministro de la India, tomada hace varios días, de no asistir a la Cumbre de Shanghai, limitándose a enviar a su ministro de Energía, Murli Deora. Esa no asistencia fue interpretada como pérdida de la independencia de Nueva Delhi tras haber sido firmada la “transacción nuclear” con EE.UU.. Pero el titular indio puso los puntos sobre las íes al declarar que la India, que tiene el estatus de observador, quisiera llegar a ser miembro pleno de la OCS.

Todo esto permitió al presidente de la RPCh, Hu Jintao, al intervenir en la conferencia de prensa celebrada a raíz de la Cumbre, calificarla de “éxito absoluto”. Todos sin excepción se mostraron conformes.

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