Afortunadamente, en el lugar del incidente apareció Viacheslav, entrenador de la escuela olímpica Júpiter, quien logró alcanzar la colchoneta hinchable a la que se sujetaban la madre y la hija.
"La colchoneta era un mero punto en el horizonte. Agarré entonces las gafas de natación y me lancé al agua. Tuve que nadar a espalda para no perder de vista la costa y así poder orientarme", contó el héroe.
Como las olas le impedían avanzar, tardó 20 minutos en aproximarse a la colchoneta. Además, se vio obligado a cambiar todo el tiempo de estilo de nadar, desafiando la corriente marina.
"La moraleja es bastante sencilla", resumió Viacheslav cuando el peligro ya quedó atrás: "no siempre habrá alguien que va a arriesgar su vida. Me daba cuenta de que, probablemente, este sería un viaje sin retorno".