Tras recibir varias quejas, la editora jefe contrató los servicios de un experto —'fact checker'— independiente, que revisó cerca de 50 escritos de Mayton. Resultó que algunas de las personas con los que el periodista había contactado aseguraron que jamás habían hablado con ningún colaborador de The Guardian. También se comprobó que el autor había puesto palabras en la boca de personas que ni siquiera existían.
Por si esto fuera poco, Mayton informó 'in situ' sobre eventos donde nunca estuvo presente.
El periodista negó las acusaciones de tergiversación. Sin embargo, no pudo ofrecer pruebas convincentes de los registros telefónicos, correos u otros soportes que pudieran acreditar su versión.
Como resultado de la investigación, 12 de sus artículos fueron borrados, además de una columna de opinión. En otros muchos fueron eliminadas las citas que no pudieron ser corroboradas.
El periodista 'freelance' empezó a colaborar desde Egipto con The Guardian en 2009. Luego se mudó a California, donde continuó enviando textos sin periodicidad fija.
La mayoría de sus escritos fue publicada en los últimos dos años y versaba sobre la vida en la costa oeste de EEUU.