Según el medio, Ankara podría actuar como un puente entre Moscú y Occidente, y el presidente Vladímir Putin, al hacer las paces con Turquía, podría con fuerzas renovadas entregarse a la normalización de la crisis en Oriente Próximo.
La inclinación de Turquía, país que hace parte de la OTAN, hacia Rusia no puede no tener consecuencias para el equilibrio en materia de seguridad de la región. Y aumentar las tensiones con Occidente puede ser una mala idea, opina el autor.
Por parte del presidente Putin, añade el diario, no se espera un fortalecimiento del bando antioccidental. Por el contrario, Putin debería jugar un papel líder en el Oriente Próximo, usando las posibilidades de cooperación que surgen tras el mejoramiento de las relaciones con Turquía.
Para sacar a Oriente Próximo de la crisis, acabar de una vez por todas con Daesh —organización proscrita en Rusia y otros países— y dar fin a la guerra civil en Siria, el papel de Rusia y Turquía es vital. Un acercamiento entre los dos países, sentencia el artículo en el diario nipón, es muy significativo.