Si al menos un alambre se hubiera enrollado alrededor de la hélice de algún buque, habría sido imposible evitar una catástrofe.
"Simplemente, entonces no entendíamos lo que estaba pasando. Y luego me di cuenta de que se trataba del bloqueo de Crimea, un atentado", confesó Abliazimov.
Una nave con la bandera de Ucrania iba hacia el lugar de la preparación del sabotaje terrorista. A bordo había unos 60 cables de alambre. Habría sido suficiente para llenar toda la bahía, explica el excomponente del batallón.
Ernest se convirtió en un terrorista sin quererlo. Cuando llegó a Ucrania, lo reclutaron rápidamente los nacionalistas tártaros. Le quitaron su pasaporte ruso y le prometieron el "paraíso musulmán", además de unos 300 dólares mensuales.
Abliazimov logró escapar y pidió protección a los guardias fronterizos rusos.
Actualmente, según el exterrorista, el batallón nacionalista tártaro de Crimea cuenta con 35 miembros.
Las autoridades de Crimea han confirmado el intento de atentado en la bahía de Kerch.