Paradójicamente, la cara más visible en la defensa de la permanencia del Reino Unido en la UE, el primer ministro David Cameron, fue precisamente quien lanzó la idea de abrirse de la comunidad si Bruselas no le otorgaba ciertas prebendas. Según él, las consiguió. A partir de allí, cruzó la vereda.
Pero la brecha que separa a las islas británicas del continente puede ser mucho más grande que el Canal de la Mancha, y la Unión Europea puede dejar de ser su agujero negro.
Lo cierto es que la sola posibilidad de que el 23 de junio sea un punto de inflexión en el bloque, preocupa extremadamente a las economías occidentales. Tanto, que hasta ha intervenido Barack Obama en las propias islas advirtiendo de que, en adelante, el Reino Unido quedará a la cola de cualquier negociación comercial que emprenda su país. Obama expuso que se arroga el derecho a inmiscuirse por los lazos históricos entre ambas naciones.
Hay muchas voces que señalan que detrás de la postura de Obama se esconde su preocupación de que la salida de las islas británicas de la Unión Europea trabe la firma del TTIP, una de las banderas que quiere dejar plantada su administración antes de abandonar la Casa Blanca.
En opinión del economista argentino Luis Palma Cané, por más que no se produzca el Brexit, difícilmente pueda firmarse el tratado de libre comercio antes de que Obama abandone el poder debido a varios problemas aún por resolver.
Y hay más preocupados: el Tesoro del Reino Unido, el FMI, la OCDE y el Banco de Inglaterra, instituciones todas que han presentado informes apocalípticos sobre el Brexit.
En este sentido, Palma Cané sostiene que abandonar la Unión Europea implica “abandonar un paraíso económico” y que es algo que “no se puede justificar desde el punto de vista económico, sino que se trata de un tema político que puede desencadenar consecuencias económicas negativas”.
Algo con lo que no están de acuerdo muchas personalidades políticas y empresarios británicos. Claros ejemplos de ello son Iain Duncan Smith, quien fuera ministro de Trabajo y Pensiones en el gobierno del primer ministro David Cameron, o Patrick Minford, catedrático de Economía Aplicada en la Cardiff Business School y uno de los ocho economistas británicos de alto perfil que están haciendo campaña a favor del Brexit.
Más gente ha alzado la voz en favor de un Brexit. Más de 300 empresarios británicos llamaron a una salida del Reino Unido de la Unión Europea, augurando un mejor crecimiento de sus empresas fuera del regazo de Bruselas, en una carta abierta al Daily Telegraph.
Los empresarios han aportado datos en su proclama: “Pensamos que la competitividad del Reino Unido está socavada por nuestra pertenencia a una UE en pleno fracaso”, explican, y denuncian “una burocracia bruselense agobiante para las 5,4 millones de empresas británicas, cuando solamente una minoría de ellas comercia concretamente con la UE”.
Luis Palma Cané opina que “quienes buscan una razón económica para respaldar al Brexit, es porque antes políticamente están a favor de la salida del Reino Unido del bloque europeo, entonces esa posición política hace que busquen argumentos económicos”.
No obstante, Palma Cané matiza que “la burocrac ia de la que se quejan los empresarios británicos que están en favor del Brexit, es una realidad, y que sería necio negarlo”. Sostiene que la euroárea tiene defectos, pero que no se deben a la Unión en sí, sino porque aún no es una Unión completa. Y lo justifica: “para tener una Unión completa se necesita una unión monetaria, que existe, una unión fiscal que no está, y una unión bancaria que recién está naciendo con la intervención del BCE”.
