En los 300 distritos electorales del país –donde se elige un diputado por distrito–, el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtiene menos de la tercera parte de los votos emitidos (29,10%), unos 10,6 millones de 36,6 millones de sufragios escrutados.
Pero esa votación representa sólo un 13% de los casi 78 millones de electores, además de una lista donde no están más de 5 millones de un padrón de 83,5 millones de mexicanos convocados a votar.
De esta manera, juntos con sus partidos satélites aliados, tales como el Partido Verde y Nueva Alianza, la coalición gubernamental ha ganado entre 246 a 263 escaños, una ligera mayoría de los 500 asientos de la Cámara de Diputados del Congreso, suficiente para emitir leyes pero no para cambiar la Constitución, que requiere dos terceras partes del cuerpo legislativo.
La cantidad exacta de escaños ganados por cada fuerza se conocerá al concluir el periodo de impugnaciones ante el Tribunal Electoral, porque 200 de los 500 asientos de diputados federales son asignados mediante un complejo mecanismo de distribución proporcional, que favorece a los partidos pequeños, para evitar la representación excesiva de los grandes de la política.
El PRI se beneficia de los 2,58 millones de votantes del Partido Verde (7,06%) –que es blanco de acusaciones de financiación ilegal– y de Nueva Alianza, un partido apoyado básicamente por el sindicalismo magisterial oficialista, que reunió 1,37 millones de votos (3,74%).
Pero el desastre del PAN tiene una medida: es su peor registro desde los años 90 del siglo XX, con sólo la quinta parte de los electores (20,89%), es decir una magra cosecha de 7,65 millones de sufragios de 36,6 millones totales.
El PRD logró apenas 3,96 millones de boletas (10,8 %) y López Obrador le restó otros 3,07 millones de sufragios (8,37% del total); mientras el PT marcha hacia su extinción como partido legalmente constituido, con 02,87% de papeletas (poco más de un millón de votos), por debajo del 3% que establece la ley para mantener el registro y el acceso a los fondos públicos.
Las izquierdas también deberán aceptar que su peso electoral queda más bien cerca del tamaño de un partido ciudadano regional originado en Veracruz, que ha extendido su influencia hasta sumar 5,99 % de preferencias de los votos totales, el Movimiento Ciudadano, que sumó 2,20 millones de votos.
Los candidatos independientes que por primera vez en la historia electoral de México fueron autorizados sólo lograron 0,57% de votos; pero el desencanto del electorado se puede medir en los ciudadanos que anularon sus votos: casi llegan al 5% con 1,79 millones de sufragios anulados, que ya podrían ser un partido político si se atienen a la regla del 3% mínimo de votos.
Todos tratan de disimular el fracaso manipulando las comparaciones aritméticas, comenzando por las autoridades, que han reportado que 36,6 millones de electores acudieron a las urnas de un padrón electoral de 83,5 millones de ciudadanos, es decir, casi 47 millones de empadronados no votó.
Pero en vez de medir ese ausentismo que representa 56% del padrón y una participación real de solo 44%, las autoridades electorales comparan la votación con la "lista nominal" de ciudadanos con credenciales de elector aprobada tres meses antes de los comicios, lo cual eleva la participación a 47%, aún así menos de la mitad de ese registro.
Aún así, la participación ciudadana es 2,4 puntos porcentuales mayor que la de 2009, y 5,8 puntos más alta que 2003, para ese tipo de elecciones de medio mandato, que entusiasman menos que las batallas presidenciales de cada seis años, sin contra los comicios para un millar de alcaldías y nueve gobernaciones.
A partir del recuento de los 300 distritos que dan un asiento de diputado cada uno, el siguiente paso son las sumas finales con los datos de las impugnaciones ante el máximo tribunal de la justicia electoral, y a más tardar, el 23 de julio la autoridad hará la asignación oficial de los otros 200 escaños de representación proporcional más los 300 de mayoría por cada distrito de todo el país.
Este fin de semana la autoridad procederá a reordenar el recuento total de los paquetes, y el lunes próximo el INE anunciará el resultado de las elecciones de gobernadores y de las casi un millar de alcaldías.
Finalmente, la elección a gobernador en el pequeño estado de Colima, recostado en las costas del Pacífico y vecino del estado de Jalisco acosado por el narcotráfico, ha sido la más disputada y la diferencia es de unos 500 votos entre los partidos Revolucionario Institucional (PRI, gobernante) y Acción Nacional (PAN, centroderecha), de manera que procede un recuento voto a voto en uno de los enredos electorales más notables del país latinoamericano.