"De momento hemos roto el contrato con 88 empleados, incluidos dos embajadores, y se lleva a cabo una investigación con otros", dijo a los periodistas.
Turquía vive las consecuencias de un fallido golpe militar que tuvo lugar el pasado 15 de julio y se saldó con 246 muertos, sin contar a los amotinados, y casi 2.200 heridos.
Después de sofocar la rebelión, las autoridades dieron comienzo a las purgas para descubrir a los simpatizantes del clérigo islamista Fethullah Gulen, a quien Ankara acusa de orquestar la intentona.
En los días posteriores al golpe en todo el país fueron detenidas o suspendidas decenas de miles de militares, agentes, jueces, funcionarios públicos y docentes.