Para Bolton, derrotar al Estado Islámico significa en las condiciones actuales "restaurar el poder de Asad en Siria y de los títeres de Irán en Irak, un resultado que no es posible ni deseable".
"En lugar de esforzarse por recrear el mapa del mundo posterior a la Primera Guerra Mundial, Washington debería reconocer la nueva geopolítica: la mejor alternativa al Estado Islámico en el noreste de Siria e Irak occidental es un nuevo Estado suní independiente", plantea.
Este Estado "tiene potencial económico como productor de petróleo (sujeto a la negociación con los kurdos) y podría ser un bastión tanto contra Asad como contra un Bagdad aliado de Irán".
El antiguo embajador de Estados Unidos ante la ONU mantiene que un Estado así sería viable, ya que el apoyo de las comunidades suníes locales al EI se debe, sobre todo, a su temor a una creciente influencia iraní en la región.
Bolton concede que "el gobierno del nuevo Estado suní no será probablemente una democracia jeffersoniana durante muchos años", pero sería, en su opinión, de una solución en "una región donde las alternativas a los Gobiernos militares o semi-autoritarios seculares son escasas".
"La seguridad y la estabilidad" son ahora motivos suficientes para apoyar este nuevo Estado, asegura.
En Siria, "Moscú quiere dominar el régimen (con o sin Asad) para salvaguardar la base naval de Tartus y su nueva base aérea en Latakia" mientras Teherán "quiere que se mantenga la supremacía alauíta para proteger a Hezbolá en el Líbano y Siria".
Mientras, en Irak, "Rusia e Irán quieren que los territorios suníes regresen a control de Bagdad, reforzando la influencia regional de Irán".
"Por este motivo, tras destruir al Estado Islámico, América debería perseguir su meta estratégica de crear un nuevo Estado suní", concluye Bolton, quien califica de "indeseable" una posible coalición ruso-americana contra el EI.