Las mujeres toman la palabra: ¿Tenemos que dejarnos llevar por el Flujo?

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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¿Por qué algunas personas saben recuperarse tras las calamidades más duras de la vida y encontrar un nuevo sentido y motivación mientras que otras sólo se quejan constantemente?

¿Por qué algunas personas saben recuperarse tras las calamidades más duras de la vida y encontrar un nuevo sentido y motivación mientras que otras sólo se quejan constantemente?

¿Por qué algunos saben qué es lo quieren y logran permanecer increíblemente absortos por el objetivo, no importa lo que piensen o digan otros?

Y por fin, ¿por qué algunos poseen energía e impulso creativos infinitos mientras que otros están siempre desconcentrados o simplemente aburridos?

Hace poco me encontré con un hombre que tiene una opinión muy curiosa sobre estas preguntas. Tuve la oportunidad de entrevistar a Mihaly Csikszentmihalyi, el anterior jefe del Departamento de Psicología de la Universidad de Chicago y estudiante de Carl Gustav Yung. Csikszentmihalyi, de origen húngaro y por consiguiente de un apellido tan raro (pronunciado como “tchiksentmihali”), actualmente es profesor de la Universidad de Claremont Graduate, se considera un experto líder de la psicología positiva y uno de los pensadores más influyentes y citados de la actualidad. Llegó a Moscú en verano para asistir a la edición de su libro, récord de ventas, traducido a decenas de idiomas, “Flujo: La psicología de la experiencia óptima”.

No es tan difícil, intentó convencerme el profesor nacido en Budapest, cuya familia fue una de las últimas que huyeron de Hungría durante la invasión nazi. La clave es cómo interpretamos lo que nos sucede a nosotros y más importante, cómo nuestras mentes funcionan en la rutina diaria. Según él, el paso rápido hacia una existencia agradable es habilidad de dejarse llevar por el Efecto de Flujo, un estado de mente extraordinario, cuando las ansiedades y otras insatisfacciones desaparecen y uno puede sentirse increíblemente potente, creativo y vivo.

Csikszentmihalyi quien emigró a Estados Unidos cuando tenía 22 años y viaja mucho por el mundo con lecciones y seminarios, inventó el concepto de Flujo tras décadas de estudios e investigaciones extensas. Inicialmente, su principal grupo focal eran artistas de todo tipo, quienes, según reveló el científico, solían quedarse absortos por su trabajo creativo, perder la noción del tiempo y el sentido de sí mismos, como niños o… drogadictos.

Junto con sus colegas americanos y europeos, Csikszentmihalyi fue más lejos, al examinar a cientos de individuos capaces de experimentar regularmente un efecto similar, lo que denominó una “concentración sin esfuerzo”. Entre ellos ganadores de Premio Nobel, alpinistas de Everest, madres entregadas a la familia, jugadores de ajedrez, neurocirujanos, aficionados a yoga y a otras prácticas espirituales o religiosas y las personas que pasaron por incidentes graves que les dejaron discapacitados pero aun más proactivos que muchos de los que están completamente sanos. Todos afirmaban lo mismo: cuando estaban ocupados de algo que les parecía importante y estimulante, el mundo se paraba. Ninguna otra cosa les importaba en aquel momento, pese a las circunstancias de la vida.

Al extrapolar los datos, el científico se dio cuenta de que lograr la felicidad y el gozo era mucho más fácil de lo que solíamos pensar. Dónde vivimos, cuánto ganamos y qué estatuto tenemos y otros motivadores sociales son de menor importancia.

“Una vez le pregunté a mi amigo Linus Pauling, ganador del premio Nobel de Química y de la Paz, quien trabajó cada día de su vida hasta la edad de 90 años, de dónde sacaba su energía”, dijo Csikszentmihalyi. “Jamás he trabajado en mi vida”, le respondió Linus, “el trabajo era un juego para mí”.

El aprender a percibir las actividades cotidianas como un juego o, mejor, una obra de arte, es una de las condiciones para alcanzar el efecto de Flujo, cree Csikszentmihalyi. “Lo importante es disfrutar de la actividad por sí misma, y saber que lo principal no es el resultado sino que el control que uno está adquiriendo sobre su propia atención”, escribe el experto en su libro. “Un pleno Flujo más que la felicidad lleva la vida a una calidad nueva. Podemos sentir felicidad al experimentar un placer pasivo de un cuerpo descansado, de una luz cálida, o la alegría por una relación serena, pero este tipo de felicidad depende de circunstancias exteriores favorables. La felicidad que da el Flujo se origina en nosotros mismos, lleva a una creciente complejidad y aumento de conciencia.”

Al escuchar a Mihaly Csikszentmihalyi, me di cuenta de que había experimentado el Efecto de Flujo en muchas ocasiones. El proceso de escribir, esquiar, cocinar, llevar una charla estimulante con amigos muchas veces me hacen sentir absorta y viva. Para mí la trampa es mi ego. Cuando me suelto de mis dudas y preocupaciones, empiezo a sentir un flujo de energía y como lo dicen los atletas, “estoy en la zona”.

En realidad, creo que la mayoría de nosotros hemos experimentado el efecto de Flujo con frecuencia. No obstante, hoy en día resulta muy difícil alcanzarlo. El profesor inició su estudio hace medio siglo, era un mundo diferente. Actualmente vivimos en la época de numerosas insatisfacciones. Perdemos el enfoque de nuestra vida por el miedo de quedarnos fuera de la onda (FOMO, por sus siglas en inglés, Fear of Missing Out) una nueva noción que denomina intentos compulsivos de buscar experiencias no por sí mismas sino que para no perder lo que estarían experimentado los demás. Sicólogos insisten en que debido a las redes sociales el FOMO se convierte en la forma más difundida de ansiedad social, de la que padece el 70% de adultos hoy en día.

Le pedí al profesor que me diera algunos consejos para tener los pies plantados en el suelo firme. Empiece con lo fácil, dijo. Haga una lista de cosas que te salen bien y que te encantan. Podría ser cualquier cosa, de planchar a practicar la marcha rápida. Trate de hacer al menos una de estas actividades cada día, concentrándose realmente en la tarea y aumentando gradualmente el desafío. Plantee objetivos que le parecen a usted importantes. No se atasque en la rutina, desarrolle nuevos hábitos. Sea curiosa. Permítase sorprenderse lo más frecuentemente posible. No importa lo que haga, no sea centrada en sí misma, sino que involucrada en el proceso y despreocupada a la vez. Y siga al menos algunos de sus sueños. “Conozco a personas que se decidieron a aprender a tocar el piano a la edad de 60 años o aún más tarde”, dijo Csikszentmihalyi. “No posponga la vida, hay muchas actividades que se puede hacer para sentir satisfacción”

Y le creí al profesor de 78 años al observar el vigor en sus ojos.

*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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