China ha empezado a juzgar hoy a cuatro acusados de uno de los peores actos terroristas que ha sufrido el país en las últimas décadas.
Los acusados participaron en el apuñalamiento masivo e indiscriminado de civiles en una estación de tren de Kunming (provincia de Yunan) que terminó con 31 muertos y 140 heridos en marzo, calificado por la prensa local como el 11 de septiembre nacional.
La televisión pública ha mostrado a los cuatro acusados (entre ellos una mujer) con la cabeza rapada y ropas de prisión en una sala donde se juntaban víctimas del ataque y familiares de los fallecidos con agentes inusualmente armados. Su fisonomía y sus nombres sugieren que pertenecen a la etnia minoritaria uigur de la provincia de Xinjiang.
Iskandar Ehet, Turgun Tohtunyaz, Hasayn Muhammad y Patigul Tohti están acusados de asesinato y liderar una organización terrorista, según el tribunal Intermedio de Kunming. Los tres primeros fueron capturados por la policía cuando intentaban huir del país, mientras el último fue herido y apresado durante el ataque. Otros cuatro terroristas fueron abatidos por las fuerzas de seguridad.
El tribunal señala que, influenciados por el extremismo religioso, empezaron a reunirse en diciembre para planear el acto terrorista. Otras cinco personas acusadas de participar en la operación serán juzgadas en un juicio separado.
El tribunal no ha concretado la duración del juicio, aunque la costumbre señala que rara vez se alargan más de un día. Con un porcentaje de condenas cercano al 100 %, la sentencia de culpabilidad se da por segura. China suele aplicar la sentencia de muerte en casos de terrorismo.
Un grupo de atacantes vestidos de negro y armados de grandes cuchillos atacaron la estación de tren de Kunming y mataron a cuantos pudieron antes de que la policía pudiera llegar. El acto terrorista, que supuso un salto cualitativo en la casuística uigur, sirvió para que China aumentara la presión en la provincia de Xinjiang.
Los uigures suponen el mayor problema étnico chino. De religión musulmana y lengua túrquica, acusan a Pekín de diluir su cultura y llevarse sus recursos naturales, mientras China subraya el desarrollo económico de la región.
La tensión ha aumentado en los últimos tiempos. Más de 200 personas han muerto en el último año en enfrentamientos entre la policía y los locales en Xinjiang.
