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El lado cruel de la migración ilegal a EEUU: la odisea de los niños solos

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Un rumor sobre una supuesta legalización de hijos de migrantes en Estados Unidos desató en el primer semestre de este año una de las peores crisis humanitarias en la frontera con México: la odisea de los niños solos.

Una dramática ola de decenas de miles de niños migrantes centroamericanos “sin acompañante”, los llevó a quedar varados en centros de detención a la espera de su deportación.

“Es la punta del iceberg de una tragedia mayor: la vida desdichada de decenas de miles niños, niñas y adolescentes que se pierden en el camino, atrapados por las mafias de narcotraficantes, víctimas de la trata de personas y redes de prostitución”, dijo a Nóvosti Oscar Castro, quien presidió de 2010 a 2013 el Observatorio Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas.

El presidente estadounidense, Barack Obama, y sus colegas involucrados, utiliza el término de “niños sin acompañante” para referirse a más de 52.000 infantes detenidos en los último ocho meses por entrar ilegalmente a territorio estadounidense.

Es un eufemismo para referirse a una solitaria travesía infantil de más de tres mil kilómetros por tierra hostil mexicana, desde Centroamérica a EEUU, que realizan los niños y niñas mezclados entre migrantes adultos, con la ilusión de reunirse con sus padres y familiares.

Esa cifra de niños detenidos duplica la cantidad de detenciones en un año completo anterior, y multiplica por cinco las detenciones de menores en 2012, de acuerdo con las cifras oficiales de la patrulla Fronteriza.

Castro, investigador del jesuita Instituto de Derechos Humanos “Ignacio Ellacuría” (IDHIE), organismo que dirigió cuatro años hasta 2013, ha recorrido durante cinco años decenas de refugios de migrantes de la Red de Albergues de la Pastoral de la Movilidad Humana, que cuenta con más de 100 de posadas de la iglesia católica en México, pero también conoce precarios refugios para niños deportados en Honduras, Guatemala y Nicaragua.

Éxodo infantil

Todo comenzó con una versión que pasó boca a boca entre migrantes sobre supuestos beneficios de una reforma migratoria que impulsa el presidente Obama, afirma Castro, asesor del refugio de la Sagrada Familia. La posada está cobijada por una iglesia católica en Apizaco, Tlaxcala, a la vera de la vías del tren de los migrantes que ha triturado muchos cuerpos entre sus fierros, apodado “La Bestia”.

“Desde finales del año pasado, detectan que en los albergues circuló un rumor en las redes de tratas de ‘coyotes’ (traficantes de migrantes). Decían que en EEUU empezarían a regularizar a menores cuyo padre estuviera en territorio estadounidense”, relata Castro.

El rumor se extendió hasta los hogares donde había niños de familias separadas por la migración, sin padres.

“Eso causó que muchas familias bucarán enviar a sus hijos a EEUU. Decían que la reforma migratoria regularía a migrantes latinos, y que sus hijos recibirían visados como familia”, explica Castro.

El investigador del centro humanitario adscrito a la jesuita Universidad Iberoamericana (UIA) considera que “el rumor salió de los ‘coyotes’, que lo propalaron, porque la verdad es que la reforma migratoria de Obama está parada”.

La noción oficial de “niños migrantes no acompañados” no es nueva, surgió en el marco de los memorandos de entendimiento entre gobiernos desde 2005, a instancias de la ONU y la UNICEF para proteger los derechos de los menores migrantes solitarios.

La experiencia en los albergues de la “ruta del migrante” por México se ha agudizado en los último seis años, dice Castro, “por la miseria y la pobreza, pero también por la violencia”.

El activista humanitario relata la incapacidad de los gobiernos centroamericanos para recibir a los niños y niñas deportados de EEUU: “En San Pedro Sula, Honduras, el gobierno estableció en años pasados un centro de atención a menores, era casi un centro de detención, donde esperan el retorno a sus hogares. Era también foco de reclutamiento para las mafias”.

Las deportaciones masivas ponen a los estados centroamericanos ante dilemas dramáticos: “exhibe la incapacidad del Estado, lo he visto en los niños en condiciones de hacinamiento, niñas que se convierten madres adolescentes solteras, niñas objeto de trata sexual o laboral”.

La marca de los infantes solitarios

Hay maneras sutiles de detectar en los albergues que un niño o niña es un infante solitario en su camino.

“En el Albergue la Sagrada Familia, hemos visto a niños que pasan montados en el tren, semanas o meses después vuelven a pasar con otro adulto, un nuevo ‘coyote’, o un nuevo grupo de migrantes que se presentan como familiares. Así varias veces. Entonces sabemos que se trata de un niño solo que lucha por llegar a Estados Unidos”, relata Castro.

Fueron los protocolos internacionales promovidos por la ONU y los organismos humanitarios los que obligaron a los gobiernos a llevar registros de los niños y niñas mezclados entre los migrantes. Así surgieron las estadísticas comparativas que escandalizaron al mundo cuando el propio presidente Obama pidió 2.000 millones de dólares para nuevos alberges de menores, la operación de repatriación y el reforzamiento para cerrar la frontera a esos niños.

Los reportes de la patrulla fronteriza de EEUU que orece Oscar Castro son ligeramente menores a los de Obama. De octubre a la fecha, los agentes de la temible “Migra” estadounidense registran 47.017 menores detenidos en la frontera sur de EEUU. De esos, 34.611 son centroamericano, y 11.577 mexicanos, cuyo drama se ve aminorado por la cercanía relativa de sus hogares.

En 2011, la cifra de niños migrantes solos rondaba los 10.000 y en 2012 subió a 20.000.

Ahora hay datos emitidos por el Departamento de Salud y Servicios Humanos elevan la cifra a entre 52.000 y 60.000 niños “sin acompañante”. Son las cifras que utiliza la Casa Blanca. En México, van 10.000 menores migrantes detenidos en este año.

Los niños y niñas cuentan con una figura internacional promovida por los organismos humanitarios y es aceptada por la ONU: “el derecho universal del interés superior del menor”: si un niño, sea legal o ilegal, quiere la reunificación familiar, “el Estado está obligado a buscar a sus padres, que pueden estar en EEUU”, explica Castro.

Y si los padres están en Centroamérica, los protocolos establecen que “el Estado que deporta debe garantizar que el Estado receptor, mexicano o centroamericano, tenga las condiciones necesarias para recibir al niño”.

UNICEF, el organismo de la ONU para la infancia, ha detectado tres causas para la migración infantil: la reunificación familiar, el deseo de mejorar la calidad de vida, por trabajo —con peligro de trata de personas y prostitución para niñas o adolecentes-, o el deseo de escapar de la violencia familiar.

En esa apuesta se juntan dos dramas, dice Castro: “primero, los niños y niñas no tienen idea de vivir un tramo dramático de su historia, aun así tienen la habilidad del sobreviviente para buscar el futuro”.

“El segundo drama es cuando se dan cuenta que han sido engañados, vejados, vendidos, prostituidos, o agredidos sexualmente, el coyote se puede cobrar con las niñas adolescentes”, precisa.

Los relatos de las vidas inocentes que se pierden en el camino son dramáticos. Una investigación de la UIA “Mujeres Trasmigrantes”, detectó que hasta 200 mujeres en albergues de la frontera sur mexicana con Guatemala, en Tapachula; pero en la posada de Apizaco, en el altiplano mexicano llegaban en el tren apenas seis o siete de ese grupo.

¿Qué pasa con esas adolescentes, niñas o niños? Castro tiene una respuesta espeluznante: “el crimen organizado mexicano los utiliza, sufren secuestros masivos por parte de carteles de narcotraficantes o redes de prostitución, como Los Z”.

Para un traficante de migrantes llevar niños, niñas o adolescentes puede ser la salvación: “Los coyotes los entregan a las mafias como moneda de cambio”.

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