"Por ejemplo, empleados de un bar no dejaron entrar a un hombre que llevaba barba, aunque no era musulmán", dijo.
Muchos belgas, explicó, "creen que cada persona que lleva barba es musulmán".
Indicó que la islamofobia se refleja en la actitud agresiva hacia los musulmanes por parte de los belgas, así como en los actos vandálicos contra las mezquitas.
En respuesta, "las comunidades musulmanes se autoencierran, y esto no es bueno", resumió Charlier.