La decisión fue tomada después de que, recientemente, el Laboratorio de Propulsión a reacción de la NASA (JPL, por sus siglas en inglés) realizara un estudio que alude a la existencia de un océano bajo la superficie glacial de Europa.
Según los resultados de la investigación de la agencia espacial norteamericana, el océano en el misterioso satélite de Júpiter podría contar con un balance de hidrógeno y oxígeno similar al de los océanos de la Tierra. Estas especiales características le proporcionarían una alta capacidad de albergar —a al menos sostener—vida.
En la Tierra, en el marco de un proceso conocido como ‘serpentinización’, el agua se filtra a través del suelo y entra en reacción con los minerales del fondo, generando dos factores indispensables para la vida —el hidrogeno y el calor—. Los datos disponibles muestran que el océano del satélite jupiteriano reacciona de manera análoga.
En cuanto al oxígeno, que es también necesario para una vida de tipo terrestre, la radiación de Júpiter —dañina en cualquier otro caso— podría desintegrar las moléculas del hielo. De ese modo quedaría ‘liberado’ el oxígeno en el océano, según el análisis.
La idea es que, después de que la primera nave se acerque a Europa y dé al menos 45 vueltas para medir una multitud de características del satélite jupiteriano, la NASA envíe un módulo que aterrice allí para estudiar su superficie glacial.
Ambos lanzamientos serán financiados por el Congreso de EEUU, que prevé asignar para la planificación de las dos misiones al menos 260 millones de doláres, en vez de los 49,6 millones previstos inicialmente.
“Hemos aumentado la financiación de los programas interplanetarios de la NASA de una manera considerable. Varias investigaciones señalan que el estudio de Europa es extremadamente importante para la ciencia, pues hay una gran probabilidad de que su océano pueda albergar vida”, declaró el congresista estadounidense John Culberson.